Recibo con alegría la noticia de que Teri Fernández publicó su libro Sin cuento, subtitulado: La vida escrita desde treinta centímetros más abajo. Teri vive la vida desde una silla de ruedas desde la edad de tres años. Pero esta situación no le impide mirar más alto que muchas personas sin discapacidad física y con más optimismo y espíritu crítico que los que se comen el mundo de palabra, pero luego se meten debajo de una piedra.
Conocí a Teri hace más de quince años cuando peleaba en Oviedo por la eliminación de barreras arquitectónicas en las calles, en los accesos a centros oficales como Correos. Un reto en el que aún sigue y del que se benefician muchas personas con deficiencias físicas o visuales.
Sabía de su vena literaria. Hace tiempo había podido leer un borrador del libro y ayer me envió por mail la definitiva en la que se recogen "sus mundos y sus sueños".
Y como dijo Emilio Serrano en la presentación del libro en el Club Prensa Asturiana de La Nueva España, los amigos han puesto de su parte para que "esos sueños se hayan hecho realidad". Me encanta ver a Emilio, a David Serna, a Menchu, al lado de esta persona inquieta y emprendedora, que no se achanta por los treinta centímetros de menos y que sabe sacarle el mayor partido a la vida que le tocó en suerte.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario