
En ésta ocasión, ya en el siglo XXI, el Jurado, durante las deliberaciones, no conocía la identidad de los autores, que firmaban sus cuentos con pseudónimo, y, por supuesto, desconocíamos sus notas en otras asignaturas o su personalidad.
La primera en salir al estrado a recoger su premio fue una niña de seis años, se llama Elisa y firma con el pseudónimo de Flor. Su trabajo, La Señora Despistada, fue de los más originales y desinhibidos. Me llamó la atención el alto porcentaje de niñas entre las ganadoras de los cuentos en castellano: once de trece.
Es muy curioso ver, o mejor leer, cómo los niños, que deberían explorar nuevos terrenos para dar rienda suelta a su imaginación, se agarran a los patrones y tópicos que les marca el bombardeo desinformativo al que se someten cada día.
Mucho trabajo por delante para familias y profesores. Las pantallas y las redes son importantes, pero la vida es otra cosa, es lo que pasa mientras esos niños están concentrados en los teclados.
Mi mensaje para los que se hayan sentido frustrados con la decisión del Jurado del Concurso es que no tiren la toalla, que lo intenten el año que viene y todos los demás, y, aunque la vida es pura competición, siempre da nuevas oportunidades, pero lo importante es que no te pillen con el pie cambiado y puedas aprovecharlas. Como dicen los buenos escritores, ¡que las musas os encuentren trabajando!.
No hay comentarios:
Publicar un comentario