miércoles, 11 de octubre de 2017

Se les ve el plumero

Isolina Cueli

En los años sesenta se introdujo el lúpulo en Villaviciosa, en concreto en uno de los porréos, frente al ramal que desvía a la playa de Rodiles. Una finca de unas veinte hectáreas. La ornamentación de aquella plantación de lúpulo eran unos plumeros (cortaderia selloana) colocados en maceteros gigantes de hormigón. Era una planta desconocida para nosotros que no se podía tocar, pues sus hojas son repelentes y afiladas, aunque la gente sí se las apañaba para cortar la flor, el famoso plumero, para decorar el interior de las casas. A finales de los setenta, más o menos, se acabó el lúpulo y desaparecieron los plumeros.
Pasaron unos veinte años y en los noventa y principios del siglo XXI volvieron los plumeros de forma masiva. Nos llegaron por las autopistas. Los lumbreras encargados de la ornamentación de los espacios verdes de las carreteras no tuvieron mejor ocurrencia que colocar miles de plantones de plumero por todas partes, a lo largo de cientos de kilómetros, tanto en Asturias, como en las comunidades limítrofes. Aquellos miles, ahora son millones. Sería interesante saber cuánto nos gastamos en plumeros para las carreteras.
Ese dato no tendría mayor trascendencia si no nos hubiésemos encontrado con la paradoja de que al cabo de unos años, las mismas instituciones que autorizaron las plantaciones de los plumeros nos dicen hoy que es una planta invasora y que hay que arrancarla. Y en vez de ponerse manos a la obra, con pico y pala, o mejor, con pala excavadora, lo que hacen es contratar a una empresa para matar a los pobres plumeros, pero con herbicida.  En el Gobierno comunican que arrancaron 2.500 plantas y habrá dos millones. ¡No les queda nada! Por lo que vi este verano, empezaron por los tramos de autopista de Ribadesella y Llanes y las cunetas están infestadas de herbicida, con las hojas de plumero amarillas. ¡Y me dirán que es herbicida bueno! Para los particulares el uso de herbicida está casi penalizado, pero los ministerios y las consejerías de turno utilizan el herbicida en espacios públicos y por toneladas, porque para acabar con una mata de plumero hay que echar mucho veneno. A la vuelta de la primavera se verá si el método es eficaz o tendrán que repetirlo.
Plumero seco por el efecto del herbicida.
Y no sólo echan el herbicida en las carreteras. A una vecina de Selorio (Villaviciosa), que tenía una planta en su jardín desde hace muchos años, se la mataron. Sí, tenía un plumero y sólo uno, como podía tener una camelia o una hortensia, porque si salían otros nuevos, los arrancaba. Pues hace meses, entró una cuadrilla en su propiedad con la encomienda de deshacerse del plumero. Lo rociaron con herbicida y allí la dejaron, sin palabras.
Se dice que el plumero es planta invasora. Quiénes saben de plantas no se extrañan que el plumero, como la mayor parte de los vegetales, intente reproducirse, bien con sus semillas, con ayuda del viento, de insectos o de pájaros. Para que el plumero no se extienda sólo hay que hacer una limpieza al año de los espacios en los que está plantado, en este caso las carreteras, arrancando los plantones jóvenes. Pero el sistema de desbroce abarca un metro de cuneta, o mejor dicho, lo que alcanza el brazo mecánico de la desbrozadora del tractor que se encarga de ese servicio, o el brazo del operario que lleva la desbrozadora manual, con lo cual, en los otros metros de arcén, que son muchos, campan las malas hierbas a sus anchas. ¿Porqué no hay plumeros en los praos? El plumero no es ni más ni menos invasivo que el fresno; el laurel; los matorrales que se ven por todas partes; la adelfa, una planta venenosa, que no es de estas latitudes y que también plantaron en la mediana de todas nuestras autopistas, o la retama, que sustituye a nuestra cotolla y que también nos la colaron por las autopistas. No me sorprendería que se acuerden ahora que son invasoras y decidan arrancarlas.
Ya es casualidad que el plumero campe a sus anchas en los espacios públicos de las carreteras y en los polígonos industriales como el de Bobes (Siero), que también está abandonado a sus suerte. En Bobes hicieron un expolio a los vecinos, echándolos de sus tierras, en las que no había ni un plumero, para convertirlas en parcelas industriales y ahora no hay ni tierras de cultivo, ni naves. Hay plumeros.
¿Cómo es posible que a nadie se le haya ocurrido poner en las autopistas hortensias? una planta que prende de esqueje y su flor impresiona a nuestros visitantes. Supongo que no lo hacen, porque hay que podarlas.
Se les ve el plumero, y mucho, tanto a los que trajeron los primeros plantones, como a quiénes deciden ahora arrancarlos por invasores. Mientras, a nosotros, paganos de todos sus desaguisados, sólo nos queda echarnos las manos a la cabeza.
¡Buen camino!