Isolina Cueli
Pasaron unos veinte años y en los
noventa y principios del siglo XXI volvieron los plumeros de forma
masiva. Nos llegaron por las autopistas. Los lumbreras encargados de
la ornamentación de los espacios verdes de las carreteras no
tuvieron mejor ocurrencia que colocar miles de plantones de plumero
por todas partes, a lo largo de cientos de kilómetros, tanto en
Asturias, como en las comunidades limítrofes. Aquellos miles, ahora son millones.
Sería interesante saber cuánto nos gastamos en plumeros para las
carreteras.
Ese dato no tendría mayor
trascendencia si no nos hubiésemos encontrado con la paradoja de que
al cabo de unos años, las mismas instituciones que autorizaron las
plantaciones de los plumeros nos dicen hoy que es una planta
invasora y que hay que arrancarla. Y en vez de ponerse manos a la
obra, con pico y pala, o mejor, con pala excavadora, lo que hacen es
contratar a una empresa para matar a los pobres plumeros, pero con
herbicida. En el Gobierno comunican que arrancaron
2.500 plantas y habrá dos millones. ¡No les queda nada! Por lo que vi este verano, empezaron por los tramos de
autopista de Ribadesella y Llanes y las cunetas están infestadas de
herbicida, con las hojas de plumero amarillas. ¡Y me dirán que es
herbicida bueno! Para los particulares el uso de herbicida está
casi penalizado, pero los ministerios y las consejerías de turno
utilizan el herbicida en espacios públicos y por toneladas, porque
para acabar con una mata de plumero hay que echar mucho veneno. A la
vuelta de la primavera se verá si el método es eficaz o tendrán
que repetirlo.
Plumero seco por el efecto del herbicida. |
Se dice que el plumero es planta
invasora. Quiénes saben de plantas no se extrañan que el plumero,
como la mayor parte de los vegetales, intente reproducirse, bien con
sus semillas, con ayuda del viento, de insectos o de pájaros. Para
que el plumero no se extienda sólo hay que hacer una limpieza al año
de los espacios en los que está plantado, en este caso las
carreteras, arrancando los plantones jóvenes. Pero el sistema de
desbroce abarca un metro de cuneta, o mejor dicho,
lo que alcanza el brazo mecánico de la desbrozadora del tractor que
se encarga de ese servicio, o el brazo del operario que lleva la
desbrozadora manual, con lo cual, en los otros metros de arcén, que
son muchos, campan las malas hierbas a sus anchas. ¿Porqué no hay plumeros en los praos? El plumero no es
ni más ni menos invasivo que el fresno; el laurel; los matorrales
que se ven por todas partes; la adelfa, una planta venenosa,
que no es de estas latitudes y que también plantaron en la mediana
de todas nuestras autopistas, o la retama, que sustituye a nuestra cotolla y que también nos la colaron por las autopistas. No me sorprendería que se acuerden ahora que son invasoras y decidan arrancarlas.
Ya es casualidad que el plumero campe a sus anchas en los espacios públicos de las carreteras y en los polígonos industriales como el de Bobes (Siero), que también está abandonado a sus suerte. En Bobes hicieron un expolio a los vecinos, echándolos de sus tierras, en las que no había ni un plumero, para convertirlas en parcelas industriales y ahora no hay ni tierras de cultivo, ni naves. Hay plumeros.
¡Buen camino!
Ya es casualidad que el plumero campe a sus anchas en los espacios públicos de las carreteras y en los polígonos industriales como el de Bobes (Siero), que también está abandonado a sus suerte. En Bobes hicieron un expolio a los vecinos, echándolos de sus tierras, en las que no había ni un plumero, para convertirlas en parcelas industriales y ahora no hay ni tierras de cultivo, ni naves. Hay plumeros.
¿Cómo es posible que a nadie se le haya
ocurrido poner en las autopistas hortensias? una planta que prende de esqueje
y su flor impresiona a nuestros visitantes. Supongo que no lo hacen,
porque hay que podarlas.
Se les ve el plumero, y mucho, tanto a
los que trajeron los primeros plantones, como a quiénes deciden
ahora arrancarlos por invasores. Mientras, a nosotros, paganos de todos sus
desaguisados, sólo nos queda echarnos las manos a la cabeza.
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