No me conozco todos los países del mundo, pero de la treintena que me pateé, no encontré nada parecido a España, la innombrable, como digo en el título. Y me baso en la realidad que observo a diario en los medios de comunicación y, por extensión en la población, o la ciudadanía, como dirían los políticos.
Llegamos a tal desapego, que nos avergonzamos del país (España) en el que vivimos y ni lo nombramos. Un ejemplo sangrante son las secciones de El Tiempo, no importa de qué emisora de radio o televisión. Las nubes, la lluvia, el sol, son del país (España). Como mucho, hablan de la península Ibérica, sinónimo mal empleado, porque incluye a Portugal.
Imagino que el complejo de país (España) lo adoptamos para no ofender a los nacionalismos periféricos. Y, curiosamente, los únicos que citan y hablan de España, pero como exclusión, son los propios nacionalistas.
Con estos mimbres no es de extrañar que la gente robe a manos llenas. Ni se les pasa por la cabeza que están robando a sus conciudadanos, a todos los que pagan sus impuestos. Roban a el país (España) una entelequia que no tiene dueño ni señor. Un revoltijo en el que no se nota ninguna irregularidad, y si se descubre, tampoco pasa nada.
España no existe ni para las empresas. Uno de los últimos ejemplos es un anuncio del Banco de Santander, que también habla de el país. No sabemos a qué país se refiere, pero la voz en off así lo dice. Los políticos, salvo los nacionalistas, es raro que hablen de España. Según sean de derechas, o izquierdas, se refieren a el país, nuestro país o éste país.
No es baladí que España sea uno de los pocos países que no tengan letra en su himno. Nos falta el sentimiento de grupo, así que vamos por libre.
Yo, que no soy nacionalista más allá de Priesca, nunca me topé con un caso parecido. Países en guerra, con guerrilla, con miseria, con opulencia, con industria, con agricultura, da igual, en todos ellos existe el sentimiento que nos falta a nosotros. Desde la grandeur de La France, o la Unión de USA, a casi todos los ciudadanos del mundo se les llena la boca hablando de su identidad, de su tierra. A nosotros, nos la robaron y somos incapaces de encontrarla, por lo menos, los que vivimos dentro.
El fútbol, que es efímero, no es suficiente para recuperar ese sentimiento. Tampoco quiero que sean los políticos, los que nos lleven a su terreno, ni quiero un caudillo que nos pastoree como un rebaño. Tendríamos que ser nosotros, el grupo, los que recuperemos esa identidad, si es que alguna vez la tuvimos.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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