Recogida del trigo en Asturias hace sesenta años. |
En los sesenta seguíamos siendo un país emigrante. Ya no íbamos tanto a América y mirábamos más para Europa. Alemania, Francia, Bélgica, Suiza, eran los países de acogida y de donde procedían las remesas que ayudaban a la supervivencia de los que se habían quedado. Hoy nos llegan muchas pensiones, de aquellos trabajadores que pudieron retornar en la jubilación, a la vez que seguimos exportando mano de obra, pero ahora es mano de obra cualificada. Son universitarios que cuesta mucho dinero formar, tanto a las familias, como al Estado, y cuya rentabilidad y valor añadido beneficiará a otras sociedades. Una amiga que acaba de llegar de París me contaba que los hospitales franceses están llenos de fisioterapeutas españoles, y es sólo un pequeño ejemplo.
Va a ser duro despertarnos del sueño del Estado de Bienestar en los años sesenta, cuando el actual sistema sanitario estaba en fase embrionaria; la educación aún se consideraba un bien escaso y el acceso a los estudios universitarios era cosa de unos pocos.
Para un viaje tan corto no hacían falta tantas alforjas y ahí está la falta de previsión y de cordura de quienes nos condujeron al callejón sin salida en el que nos encontramos. Nos creímos que el viaje no tenía retorno, que íbamos a crecer, y crecer, y crecer, como las pilas del anuncio, pero eso es imposible. Lo sabrán bien los economistas y lo podemos imaginar quienes aplicamos el sentido común. Lamentablemente, los políticos no están en ninguno de los dos grupos, de lo contrario, habrían variado el rumbo del gasto y habrían administrado la pobreza como pobres, no como nuevos ricos que no saben lo que vale un café. Aunque bien mirado, lo más seguro es que sí sabían que el barco estaba al borde del naufragio, pero como ellos tenían en su poder los botes salvavidas, no les preocupaba la suerte de los demás.
Un paso atrás de medio siglo me lleva a los años de mi infancia, cuando caminaba cuatro kilómetros diarios para ir a la escuela y las noticias llegaban por la radio, el que la tenía. Cuando se disfrutaba con la comida de los domingos y se estrenaba un vestido de Pascuas a Ramos. Y los que estamos curtidos de esas vivencias no nos coge desprevenidos el retroceso.
Los más jóvenes tendrán que ponerse las pilas para dar el impulso que necesitan para actualizarse una economía y una sociedad decadente.
2 comentarios:
Isolina estás muy pesimista.......ésto tiene arreglo, no puede ser un "arreglo" inmediato pero para la próxima primavera comenzará a llegar el "equilibrio", preludio de mejores tiempos, que nunca serán iguales a los vividos hasta el 2008, pero tampoco hacen falta para nada, si conseguimos "normalizar" el consumo volveremos a crecer con bancos, cajas o "banquetas", pero aquí parece que nunca se ha trabajado y sin embargo se ha trabajado mucho, los españoles ni son unos vagos, ni unos ladrones, ni sinverguenzas, hay de todo pero gente trabajadora mucha, mucha y así se progresa en todas partes, el consumo de cemento es otra "película" interesada.
Recuerdos a Luis.
Un abrazo para tí.......y sigue ahorrando para el café.
Anónimo, no estoy pesimista, sino realista. Es que el optimismo de que en primavera veremos brotes verdes, me parece muy aventurado. serán brotes y verdes, pero en los árboles. No seré yo la que diga que no tiene arreglo, sí digo que está en manos de los jóvenes, los que tienen que demostrar que no les asusta el trabajo.
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