martes, 4 de septiembre de 2012

Se busca horizonte para Asturias

Elogio del Horizonte, escultura de Chillida en Gijón.
El economista Santiago Niño Becerra escribió hoy en la Carta de la Bolsa un artículo sobre Asturias en el que no nos deja muchas opciones de supervivencia, pero sí tiene claro que las hay: trabajando mucho, con decisión e imaginación, y sin mirar atrás. Viene a decir que los asturianos, salvo honrosas excepciones, nos echamos a la bartola durante años, casi siglos, a la sombra de las inversiones y las iniciativas que nos llegaban de fuera. Incluso abandonamos nuestras tradiciones por acomodarnos a lo ajeno y ahora eso se esfuma.
Y es ahora cuando tenemos que demostrar lo que somos y lo que valemos y eso es difícil. Primero porque tenemos un Estado intervencionista que no deja respirar a nadie. Un Estado (desde Madrid al último ayuntamiento) que tiene que supervisar hasta cómo son las terrazas de verano y cómo se uniforman los camareros. Peor que en la Rusia comunista.
Pues con esas ataduras, económica, burocrática, sociales, morales, es difícil despegar, tanto para estrellarse a continuación, como para alcanzar una velocidad de crucero razonable, que nos lleve a otros horizontes más positivos.
Asturias, que pasó de la sociedad rural a la urbana, y del sector primario al terciario de una forma desordenada, a pesar de los políticos, se encuentra hoy en la disyuntiva entre coger la fesoria o el ordenador. La decisión sería fácil si el ordenador diera para comer, pero por lo que se ve, entre las teclas hay mucho aire y poca leche.
Los desertores del arado no quieren volver, porque saben lo duro que es doblar el espinazo, y los nuevos llegan con unas falsas expectativas que asustan. Por eso, los más, quieren ser conservadores del medio ambiente, con título académico, pero que el trabajo lo haga otro, y ése otro, ya no está, ni se le espera.
 Asturias, que en tiempo de bonanza y emigración, dio un premio Nobel y muchos emprendedores, tanto fuera como dentro, necesita encontrar el eslabón perdido entre aquello (Ensidesa con dueño de la India; Hunosa, como no vale nada, no la quiere nadie; Hidroeléctrica, creo que de los portugueses y los chinos; el Banco Herrero de la banca Catalana; la Caja de Ahorros, perdió hasta el nombre; ALSA, de los británicos o algo parecido, etc) y lo que queremos ser.
Yo, que un día tuve valor para decirle a un Consejero del Principado, recién nombrado, que no le veía en el cargo, por no llamarle indocumentado que no servía para el trabajo que se esperaba de él, ya se me acabaron las palabras y no soy capaz de imaginar qué indocumentado nos va a pastorear para cruzar el desierto que nos espera. Y si el guía no sabe dónde está el agua y los oasis, mal vamos.
Hace bastantes años Eduardo Chillida colocó una escultura en un acantilado de Gijón y la llamó el Elogio del Horizonte. Asturias necesita un horizonte al que mirar, un punto de referencia al que ir y lo tienen que fijar los propios asturianos.
Hace diezs siglos, éramos los asturianos, o mejor los representantes de la monarquía asturiana, los que llegaron a Aquisgrán (Alemania)  y los que tenían un nombre en el mundo. Mañana viene Angela Merkel a España y es posible que no nos sepa poner en el mapa. Por eso no debemos esperar que nos vengan a traer, más bien vendrán a llevar. 
Por lo menos, Niño Becerra ve el final, yo, aún no lo alzanzo, que es peor. Pero otros no intuyen ni el principio, que es más grave.

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