jueves, 27 de septiembre de 2012

Estragos de la fauna salvaje en los cultivos de maíz y fabes

Estragos del tejón en una finca de maíz y fabes.

En Asturias y en otras muchas comunidades, los animales salvajes están mejor considerados que las personas, especialmente, que las personas que habitan los pueblos y viven de la agricultura y la ganadería.
Por estas fechas es habitual la denuncia por parte de los campesinos de los daños causados en sus cosechas por los jabalíes y los tejones. En las fotos adjuntas, los daños hechos pertenecen al tejón, o melón, como se le conoce en los pueblos.
De nada sirve el pastor eléctrico ni otro tipo de protecciones y prevenciones. Llegan hasta la puerta de las casas y con todo descaro, durante la noche hacen verdaderos estragos en las plantaciones de maíz y fabes.
Aquí se saltó cuatro hilos de pastor eléctrico.
En la foto adjunta se ve cómo los propietarios habían colocado cuatro hilos en el pastor eléctrico. Parece imposible que se haya colado en el interior, por my pequeño que sea, pero lo hizo en varias ocasiones. Esta situación se repite un año tras otro y la solución, está en pagar los daños, como si esa fuera la salida natural al trabajo de un año. Como si los agricultores fuesen los cocineros del melón y le sirvieran la comida en su punto cada mes de setiembre: fabes con maíz, o maíz con fabes, que da lo mismo.
La mala política agrícola acorraló a los campesinos en los pueblos y los animales salvajes llegan a la civilización en busca de comida. Parece cómico, pero es la pura realidad.
Una vecina que esta semana se levantó con su huerta arrasada, tuvo la paciencia de velar la siguiente noche para esperar al enemigo y a eso de las seis de la mañana puedo verlo cara a cara. Ni se le pasa por la cabeza matarlo, porque no pagaría con todas las cosechas de su vida.
¡Así está organizada la sociedad actual!. Se protege más y mejor a un tejón que a los verdaderos jardineros del Paraíso Natural, que, en el caso de Asturias, son los agricultores y campesinos. Hoy me enteré del desastre causado por el tejón, pero otro día es el corzo, que no deja en pié un árbol frutal, otro día el jabalí que también labra los pastos.
Del exterminio del hombre y la mujer del campo también nos arrepentiremos, pero quizás lleguemos tarde. Cuando queramos cambiar el rumbo de las cosas no habrá supervivientes humanos. Y si no hay humanos, ¡pobres animales salvajes!.

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