martes, 25 de septiembre de 2012

La Seguridad Social es un bien escaso

Receta médica del año 1943, en plena postguerra.
La Sanidad no siempre fue un servicio universal en España. Hubo un tiempo no muy lejano en el que ir al médico suponía un artículo de lujo para muchas familias. La gente nacía en casa, pero también se morían en casa. Los pocos hospitales eran un artículo de lujo que sólo se podían financiar unos pocos.
Reproduzco aquí la receta extendida en el año 1943, en plena postguerra, por el médico Manuel García Pedrayes, al que imagino a caballo por las caleyas de Villaviciosa. En Potes (Cantabria) levantaron un monumento a la figura del Médico Rural y yo les rindo mi particular homenaje desde estas líneas. Se les llamaba médicos de cabecera. En ellos, en su sabiduría o en su ignorancia, empezaba y acababa el acceso a la medicina de la mayor parte de las familias.
De no tener hospitales pasamos a disponer de centros hospitalarios a la carta y a la vuelta de la esquina. la pregunta es ¿como vovían antes que no tenía ni Centros de Salud, ni hospitales comarcales, y casi no tenían médicos?.

Las cocinas de un hospital de Malawi (África).
Esas carencias, que mucha gente en España ni se puede imaginar, porque no las conocieron, aún son la norma general en la mayor parte de los países del mundo, sin ir más lejos, en África. Allí lo que hay es inseguridad sanitaria, y ese lugar está a un paso de nuestro territorio, el salto que suponen los 14 kilómetros del Estrecho de Gibraltar.
En algunos sitios como en Malawi (África), los familiares tienen que aportar y cocinar la comida de los enfermos, como se ve en la foto.
Todos estamos muy cabreados con los dirigentes, los lobys, los mercados, los bancos, los líderes en general, que nos tocaron en suerte y que nos llevaron del bienestar al malestar. Pero también tenemos que saber que todo puede ser peor. Y ejemplos tenemos por todas partes. Tocamos el techo del éxito, del bienestar y ahora tendremos que reinventarnos para seguir en la onda del primer mundo.
El otro día me decía una persona, a la que yo consideraba ponderada, que era partidaria de destruir para construir. Pues la verdad, no veo la ventaja de destruir, sino es para los que van a construir de nuevo y, generalmente, los que contruyen no son los mismos que destruyen, aunque sí pueden tener que ver con los instigadores, con los que atizan el fuego, pero se apartan a tiempo para no quemarse. Así que, mejor no entrar al trapo de las provocaciones.
Los que ganan las guerras no son los que se matan en el campo de batalla, sino los que ponen las armas y municiones y más tarde las palas excavadoras y los ladrillos para levantar lo destruido. Los daños morales y las vidas humanas que ponen siempre los mismos, no son cuantificables, ni son remunerados ni recompensados.
Mi indignación y mi crítica a la mala praxis de los políticos para gobernar con cabeza. La Democracia debería incluir un test de capacidad o sentido común para todos los aspirantes a ocupar un cargo público. La Res pública, que decían los romanos debería tomarse en serio y al pie de la letra para que nadie tuviese la tentación de llevársela para casa.

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