jueves, 6 de septiembre de 2012

Divorcio secular entre los centros de formación y la empresa española

Curso de poda en Selorio (Villaviciosa), años cincuenta.
Los Rectores de Universidad siempre se quejan de que las empresas no les hacen mucho caso y no contratan a sus licenciados en la misma proporción que ellos dan títulos. Creo que la pregunta habría que hacerla al revés y extensible a todos los grados de formación. ¿En qué medida, la Universidad le consulta a la empresa qué tipo de profesionales necesita?. Parece imposible, pero, por lo visto, no se hace así. En vez de coser el traje a la medida de la percha. Se hace al revés, se cose el traje y luego se busca percha. En este caso, los trajes serían los universitarios  y demás titulados, que tienen que vagar por el mundo buscando trabajo, cuando lo lógico sería que saliesen colocados.
Por lo que dicen las noticias, en Alemania utilizan un método centenario que les resulta muy práctico. Los estudiantes eligen oficios o carreras con salidas profesionales y los empresarios se involucran en su formación a través de prácticas o contratos temporales. Y, según las mismas noticias, los empresarios españoles y los políticos de aquí asistieron hoy a una clase práctica del empresariado alemán.
Es una pena que no hayan escuchado lo que pedían durante décadas muchas personas viajadas y leídas, a las que no se les hizo ni caso.
Transcribo lo que imploraba Rafael de Zamora y Valero de Urría (1860-1908), director de la Escuela de Industrias y Artes de Oviedo en el discurso de inaugural del curso 1904-05. Además de reclamar la creación de Universidades Politécnicas, que cubrieran el vacío existente entre la Universidad y la Formación Profesional, pedía la colaboración de todos para que la formación en España estuviese a la altura de la europea.
(...)“Bajo este punto de vista, bien se puede afirmar que hoy en España se vuelve a imponer una reconquista. Reconquista apropiada a los tiempos: reconquista industrial, reconquista de la libre dignidad del que sabe ganarse la vida por sí mismo, reconquista también tan útil y tan inmensamente gloriosa como la otra, y en la que nos encontraremos frente a frente con la astucia británica, la avidez francesa y la codiciosa flema germana”. En este mismo discurso, con mucho calado político, el orador enumera las carencias de la Escuela de Industrias y Bellas Artes y no duda en decir: “hago un nuevo llamamiento a la riqueza, a la inteligencia y al trabajo asturianos. ¡Capitalistas, prestad la palanca de vuestro dinero! ¡Aportad, sabios, la luz de vuestros conocimientos! ¡Obreros, traed el esfuerzo de vuestros brazos y unámonos todos, grandes y pequeños, ricos y pobres, corporaciones y particulares, para dotar a nuestra provincia de una verdadera Escuela de Artes e Industrias¡”.
¡Ahí es nada!.

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