Acabo de enterarme que un escritor español, Enrique Gaspar (1842-1902) es el autor de la obra El anacronópete, en la que se describe por primera vez (1807) la máquina del tiempo. Se trata de un autor minoritario que ahora, al cabo de más de cien años de su muerte, tiene una segunda oportunidad y será traducido al inglés: También se le rinde homenaje en Gran Bretaña a él y a su obra.
Sin quitarle méritos al inventor de la máquina del tiempo, tengo que decir que en Asturias tenemos el precursor de la informática, de los actuales ordenadores y de otros muchos artilugios que aún no han podido ir más allá de la fantasía y la prosa de Rafael de Zamora y Pérez de Urría (1861-1908), Marqués de Valero de Urría, inventor de la máquina cerebral.
A continuación reproduzco un fragmento de lo que publiqué hace meses en Atlántica XXII. Es mi pequeño grano de arena hacia su figura y su trabajo, a la vez que reivindico una segunda oportunidad para un autor que también nació con un siglo de adelanto.
Ha sido un hombre polifacético y políglota (hablaba español, francés, inglés, griego, latín y ruso), dos cualidades que encajaban con dificultad en la Asturias provinciana y en el Oviedo clariniano de finales del siglo XIX y principios del XX. Rafael de Zamora y Pérez de Urría, tercer marqués de Valero de Urría, nacido en París en 1861, estudió el bachiller en París y en 1885 se doctoró en Derecho Civil y Canónico en la Universidad de Salamanca. Durante su estancia en Asturias, a partir de 1891, fue accionista de varias empresas como la cerámica de Sargadelos; Guisasola y Cía y Minas de Quirós, entre otras. De forma paralela era escritor, compositor musical e impulsor cultural, con la fundación de la actual Sociedad Filarmónica, la presidencia del Casino y la dirección de la Escuela de Industrias y Bellas Artes de Oviedo, cargo que ejerció varios años.
Valero de Urría, el marqués
que se adelantó a su tiempo
En su obra Crímenes Literarios (1906) inventa la máquina cerebral, más avanzada que los actuales ordenadores; describe el portátil, los robots y los androides o autómatas
“Este gigantesco organismo, cuya aparición en el panorama industrial, está llamada a trastornar el haz de la tierra, tiene por objeto, según su razón social lo patentiza, elaborar mecánicamente al por mayor y con precios equitativos, literatura de toda clase, bien en prosa, bien en versos” con esta descripción arranca el Crimen Primero, titulado Máquina Cerebral, patentada por The new universal, radielectrical, literay Company, limited, empresa, con domicilio en Nueva York y capital de 20 millones de pesos. Todos estos datos, que leídos en los primeros años del siglo XX, sólo se podían contemplar como una más de las fantasías del Marqués de Valero de Urría, en la actualidad casi son una realidad. Esta máquina fue presentada por el autor en mayo de 1892 en un artículo publicado en el diario El Día, de Madrid.
Cuando los robots no eran ni un proyecto y la informática ni se vislumbraba, Rafael de Zamora, una persona con mucho talento ya preveía los cerebros artificiales y los describía con todo lujo de detalles. Así decía: “para aprovechar el fluido eléctrico nos valemos de fuertes baterías de condensadores esféricos, hechos de acero, turmalina, azogue y distintos fosfatos convenientemente amalgamados cuyo tamaño viene a ser el décuplo del de cualquier cabeza humana. (…) Cada uno de nuestros aparatos es un cráneo humano dentro del que va incluido un verdadero cerebro literario perfeccionado, eminentemente autónomo y científico”.
A medida que avanza el relato de las funciones de la máquina, Rafael de Zamora nos demuestra sus conocimientos empresariales y científicos. “ Nos hallamos en aptitud de entregar al público cualquier suerte de Ritmoplastias (género verso) o de Psilotipias (género prosa), puestas en todos los lenguajes hablados en los países civilizados. (…) Detentamos, pues, el augusto monopolio de las Letras regeneradas y hemos formado el trust de la Literatura universal”.
Practicaba el slogam “si no queda satisfecho de le devolvemos el dinero” y recomendaba las “Prosadoras y Verisficadoras portátiles y manuables para los señores turistas, reporteros y peregrinos; las plumas y lápices automáticos para cartas familiares. Para los políticos tenía las Discursadoras; a los curas les ofrecía las sermoneadoras. Entre los proyectos de futuro de la empresa se encontraba la creación de autómatas, capaces de interpretar teatro; y la puesta en marcha de un Sanatorio Mentaloterápico donde se reparan y restauran encéfalos humanos deteriorados”.
1 comentario:
Me alegro de que ya se haya reconocido la aportación de Valero de Urría a la temprana ciencia ficción en lengua espaNola. En cuanto a la traducción al inglés de "Máquina cerebral", ya se ha hecho. El autor soy yo.
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