Acabamos de recolectar las primeras patatas nuevas, los primeros guisantes y les fabes de mayo, que se adelantaron un mes.
Se trata de un cultivo artesanal de entretenimiento, pero no me extrañaría nada que tenga que convertirse en un trabajo como medio de subsistencia. Tal y como van las cosas, con precios en alza y salarios y pensiones a la baja, habrá que tener preparada la huerta para una ampliación.
El campo, ese gran olvidado de los políticos, no importa que color tenga su ideología, está llamado a convertirse en el refugio de muchos excluidos y de los nuevos parias. El campo, abandonado por muchos, es la despensa que no falla, salvo que acabemos en manos de las multinacionales, propietarias de las semillas, que nos dirán cuando tenemos que sembrar y a qué precio. Esa será la nueva dictadura y será muy difícil de llevar. Es la siguiente vuelta de tuerca que nos queda por vivir y por sufrir.
Hace pocos días nos daban a conocer el cambio de vegetación en los Picos de Europa, en vez de praderas, de pastos, lo que hay son matorrales y monte bajo. Y todos encantados. Pues muy bien, se cargaron a los ganaderos y al ganado y todos tan contentos.
Lo demás, los pueblos, están en la misma línea. Menos mal que la tierra sigue ahí, esperando que alguien le saque partido. Que no sólo se vive de Polígonos Industriales.
Eso sí, que nadie se engañe. El campo es muy duro y allí dos más dos no siempre salen cuatro.
Las patatas tempranas que cito más arriba, nacieron protegidas por un plástico para que no las quemaran las heladas de enero. Claro, eso se puede hacer con dos docenas de plantas, pero con más terreno ya sería muy complicado y poco rentable.
Los guisantes, a pesar de su apariencia endeble, son resistentes y les fabes de mayo, están en su salsa en el frío del invierno.
A pesar de todo, y salvo escasas excepciones, en éste momento es casi imposible encontrar en un mercado asturiano ninguno de éstos productos, como cosecha autóctona.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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2 comentarios:
Me imagino como estarian de buenos los guisantes, les patatines y les fabes de mayo.Tenemos que ampliar la huerta. Un beso fuerte. Nelsa
Cuando quieras puedes venir a probarlas.
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