El francés Stéphane Hesssel incita a los jóvenes de su país a indignarse "frente a los poderes financieros que lo acaparan todo" a través de su libro ¡Indignaos!, recientemente traducido al español. Éste autor francés, que lo vio casi todo en el siglo XX, tiene 94 años y trata de abrir los ojos a las nuevas generaciones para que no sufran las consecuencias de los abusos del poder económico, que se lo lleva todo por delante, incluso a la política.
En España el economista José Luis Sampedro, otro nonagenario, acaba de publicar Reacciona, un libro con el que se suma a la corriente que intenta concienciar a los ciudadanos para que practiquemos el espíritu crítico y nos llama a reaccionar frente a la crisis del sistema del estado del bienestar del que disfrutamos hasta ahora.
Es una vergüenza que tengan que ser dos abuelos, o bisabuelos, los que agiten la bandera de la reacción y la indignación; los que nos saquen del letargo y nos señalen el camino de la dignidad.
De momento las llamadas a la movilización pacífica tienen un eco muy limitado. Aquí no se mueve nadie si no es en coche, aunque la gasolina se haya puesto por las nubes.
En Islandia, un país muy poco poblado, sí lo están haciendo y no han dudado en pedirle cuentas a los responsables de abocarles a la ruina y denunciarlos ante los tribunales. Son los únicos que han dejado caer a sus bancos.
Aquí somos muy condescendientes con las entidades bancarias, que se ríen de nosotros delante de nuestras narices desde el momento que no administran el dinero con sentido común. Los trapos sucios de las Cajas, así lo demuestran. Ellos Bancos y Bancas, los que no tienen duelo con nadie, y mucho menos menos con los más débiles como se ve con los pisos embargados o pequeñas empresas, cuentan con todo el beneplácito del poder para que puedan levantar cabeza.
Apliquemos el espíritu crítico con los manirrotos, con los irresponsables, con los presuntuosos y con los que se han subido al carro de la buena vida y no están dispuestos a bajarse, caiga quien caiga.
Indignémonos con los que sólo saben apretar a los mismos; con los que siguen blindando sus contratos mientras mandan a miles de personas a la calle; con los que están en política porque no saben hacer otra cosa.
Reaccionemos ante las injusticias que vemos; antes las mentiras que nos cuelan; y ante las fantasías que nos intentan confundir, haciéndonos creer que somos ricos, cuando somos pobres.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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