Primero hablábamos del Fondo Social Europeo (FSE); después del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER); ahora se habla de Fondos Mineros en abstracto, como si llegaran de Europa volando y fueran a parar a la boca de la mina. Pues no, esos Fondos destinados a zonas mineras en proceso de cese de la actividad, son dinero público de la Unión Europea y no se pueden utilizar a la ligera ni en la primera ocurrencia que se nos venga a la cabeza.
En estos momentos de apuros económicos, los fondos han sido de los primeros en sufrir el rigor del control de las inversiones y mucha gente se llevó un susto, más si le piden cuentas en víspera de las elecciones.
Estábamos en la Europa de la solidaridad -los que tienen más, o viven mejor, apuestan por los que aún no alcanzaron esas cotas de Estado de Bienestar, pero no a cualquier precio, o gratis-.
Nadie da duros a pesetas, o euros a cincuenta céntimos. Esos dineros que nos llegan tienen que retornar a Europa de alguna manera, de lo contrario, no tardarán en pedirle cuentas al rey. Pero esa Europa solidaria se está desgastando, la estamos desgastando. Ahora estamos en la Europa de sálvese quien pueda y pasa de la austeridad a la rentabilidad.
No sé si la solución será volver al carbón. Muchos políticos, ahora que están en campaña electoral, lo dejan caer de manera ambigua, aunque, en el fondo, saben que es difícil que tenga el protagonismo económico y social que alcanzó en los años setenta y ochenta.
No olvidesmos que los Fondos no son ni de los políticos, ni de Europa, son de los contribuyentes y tendrían que ir a parar a dónde, teóricamente, más se necesitan. Sólo queda que se les de un bueno uso.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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