miércoles, 17 de abril de 2013

Los donantes que lavan más blanco

Hasta ahora, en España teníamos el mérito de ser los número uno en donación de sangre y de órganos humanos para trasplantes. En los últimos meses, creo que tenemos un triste récord: de tener el mayor número de lavadores de dinero negro y que lo dejan en un blanco nuclear, sin usar lejía.
Los métodos del blanqueo son tan variopintos como los personajes que los realizan. Personajes que no tienen un pelo de tontos, porque son capaces de burlar todas las leyes, algunas, presuntamente, con la complicidad de los políticos que las legislan y las aprueban, como churros, en los parlamentos.
Ahora están saliendo a la luz lo que todos sabíamos: que existen los donantes de los partidos, sí, que algunas personas físicas o jurídicas financiaban los partidos políticos. Si los donantes de sangre y de órganos lo hacen de forma altruista, pero con la esperanza de que si un día necesitan sangre o un trasplante, no falte de nada; imagino que los donantes de los partidos también se desprenderán de su dinero con la esperanza de que, con el paso del tiempo, vuelva a sus bolsillos duplicado, como mínimo.
Así que ¡Vivan los donantes!.
Se supone que hoy en día, nadie se puede escapar de pagar el IVA. Pues a mí, ayer, sin ir más lejos, me preguntaron si quería pagar con IVA o sin él. Como aún me queda dignidad y tengo metido hasta los tuétanos el concepto de ciudadana, pues pagaré el IVA, a riesgo de que el que cobra piense para sus adentros que soy tonta.
Una señora que declaraba en un juzgado acusada de blanqueo de dinero decía que ella sólo conocía el blanqueo de las paredes enjalbegadas de su tierra.
Algunos ciudadanos, espero que muchos, sólo sabemos blanquear ropa: con lejía, al rocío de la noche o con azulete. Y ¡pobres de nosotros como se nos ocurra birlar un euro!, se nos echaría encima la magnífica Hacienda, que no se entera de los miles de millones que se le escapan a los paraísos fiscales delante de sus ojos, pero no pierde de vista ni un céntimo de los pobres contribuyentes legales que le cantan todas sus cuentas.
Pues sólo me queda decir que, a pesar de todos los delincuentes fiscales, los donantes, los blanqueadores y los evasores, seguiré pagando impuestos.

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