Después de tres semanas alejada del mundanal ruido, me incorporo a la actividad y me doy cuenta que todo sigue igual. Las mismas noticias, los mismos problemas, idénticos mensajes. Pero si me retrotraigo treinta años atrás, cuando empezaba en periodismo, me doy cuenta que estamos en lo mismo, en las mismas caras, las mismas personas, los mismos candidatos y candidatas y eso ya es de preocupar. Es imposible que después de tantos años tengan algo nuevo que ofrecernos y, de hecho no nos ofrecen nada nuevo, y lo que es peor: aún no se enteraron que estamos en crisis. Por lo menos, no se nota si se tienen en cuenta los fastos que (unos y otros) celebran los fines de semana. Ahora se llaman bolos y todos sabemos que organizar un acto de esos cuesta mucho dinero. Sí, cada semana son unos paganos distintos, pero en el fondo, son dispendios. Y aunque no repercutan en el contribuyente, sino en el militante o simpatizante, el ejemplo de austeridad y de sentido común, brilla por su ausencia.
Nos venden a diario una larga lista de reformas que hay que acometer para que podamos salir adelante. Reformas económicas, fiscales, laborales, estructurales, sanitarias, etc, pero no nos cuentan nada de las reformas mentales. Del reciclaje neuronal que debemos sufrir para aprender a digerir lo que nos espera. Y ése ejercicio de humildad tendrían que hacerlo, en primer lugar, los políticos , para dar ejemplo.
Mientras no nos metamos en la cabeza que tocamos techo y que a partir de ahora ya nada será igual, viviremos en la nube que nos dibujan los políticos. Porque ellos nunca encuentran el momento de decirnos la verdad que conocen muy bien. Como siempre están en campaña o precampaña electoral y en ésas fechas no está bien visto llamar a las cosas por su nombre y, mucho menos, decir la verdad, pues aquí vamos, renqueando, de crisis en crisis y de recesión en recesión.
Curioso: mientras escribo, en la tele están preocupados por la importancia del color de la corbata que lleven los candidatos en el debate.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario