Hace bastantes años, -quince por lo menos- le propuse al alcalde de Villaviciosa (Asturias), Asensio Martínez Cobián, colocar manzanos por el casco urbano, como árboles decorativos. El edil rechazó la idea porque le parecía que al caerse las manzanas, podrían suponer un peligro para viandantes y vehículos.
Este verano me sorprendió gratamente la plantación de decenas de pomares en el nuevo parque de El Pelambre, en el centro de Villaviciosa. Además, algunos ejemplares -anónimos, porque nadie les puso el nombre de la variedad que representan- están dedicados a cada una de las parroquias de la Villa. A pesar de no figurar el nombre de los manzanos -yo, por la hoja, sólo distingo el mingán- la idea me seguía pareciendo muy buena. El chasco lo llevé el pasado fin de semana cuando acudí a ver la exposición del Festival de la Manzana, situada en medio del parque.
Si hubiese asistido como periodista, la noticia y el titular de la información habrían sido los pulgones que abarrotaban las hojas de los jóvenes manzanos que decoraban el exterior de las carpas. ¡No pueden con otro pulgón más!. No quiero cargar las tintas contra mis colegas periodistas que, posiblemente, no hayan visto un pulgón en su vida, aunque en éste caso eran ostensibles y casi te salían al paso. Ésta crítica va a todos los expertos: lagareros, cosecheros, expositores, agrónomos, peritos, químicos, biólogos, jardineros y demás familia de eruditos que desfilaron por el recinto sin decir palabra sobre los pulgones en unos árboles que tenían que ser la carta de presentación de un concejo que se precia de manzanero.
¿Cómo es posible que se realice una plantación en un escaparate como es ése parque y no se le haga un seguimiento y saneamiento? Porque esos árboles, además de un insecticida, necesitan un abono. ¡Que las plantas no viven por ciencia infusa!. Alguien me dirá que en un parque no se puede hacer ése tipo de tratamiento. Y yo contesto: los pulgones se mueren con una gota de detergente de los platos, disuelta en agua.
No sé si éstos pomares sobrevivirán a la plaga de pulgón o correrán la misma suerte del mega-estanque, que ya está vacío. Por lo que se ve, no tuvieron en cuenta que necesitaba mantenimiento.
Por si acaso, a la chita callando, le apliqué un tratamiento de choque anti-pulgón al manzano que le corresponde a la parroquia de Priesca. Es mi forma de hacer patria chica. Y lo hice a escondidas, porque, encima, son capaces de llamarme la atención.
Espero que cunda el ejemplo y, por lo menos, cada parroquia cuide su árbol. A ver quien consigue el pumar más sano y productivo. Esa sí sería una buena competición, digna de concurso.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Mucho me temo que llegará un día en que serán los pulgones los que no nos dejen ver el bosque
Publicar un comentario