lunes, 28 de noviembre de 2011

Demasiado ruido

En El Grito, de Munch, el personaje que grita en silencio, también se tapa los oídos, posiblemente aturdido de tanto ruido que le viene del exterior. Eso es lo que me pasa a mí en éste momento. Estoy aturdida del ruido sordo que llega de fuera. Está claro que es un ruido muy controlado y teledirigido. Se trata de dejarnos sordos, y hasta mudos, con el ruido orquestado y desafinado que nos invade por todas partes. Estamos borrachos con tanta carga de información interesada, que los propios profesionales no saben discernir, porque se la dan cocinada y la repiten como loros, y con tanta opinión descafeinada y repetitiva.
Yo, que escribo de pascuas a ramos en este blog, por coherencia, muchas veces descarto los textos que escribo. Van directamente a la papelera. Creo que, en el fondo, está todo dicho y que yo, bien poco puedo aportar, sino es más ruido. Lo que falta es ponerse manos a la obra.

Para los que sueñan, les copio los versos de Segismundo, en La Vida es Sueño, de Calderón de la Barca.


Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.


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