En Twiter se pudo leer el pasado fin de semana que del resultado de las votaciones socialistas dependía el futuro de dos grupos de comunicación. No sé bien a qué empresas se refiere el texto, pero la alusión es fuerte, y, lo peor es que no es exclusivo de España la vinculación de los medios de comunicación con el poder.
El periodista francés Edwy Plenel denunciaba también "la degradación de la libertad de prensa, debido a la frágil cultura democrática y a la vinculación entre el poder y los propietarios de los medios de comunicación".
Como anécdota muy significativa está la foto-comentada publicada hoy por un periódico de Asturias. Aparecen cuatro cocineros que acaban de tener una iniciativa interesante y un alcalde. Pues, curiosamente, sólo se da el nombre del alcalde.
Esto, extrapolado a las altas instancias, nos lleva a una falta total de libertad de expresión, a pesar de todo el ruido mediático que podamos escuchar a nuestro alrededor.
Y por si fuera poco, acaban de poner otro coto al periodismo de investigación con la prohibición de las cámaras ocultas, tan necesarias para llegar a los sitios ocultos, a las cloacas del poder. Ya sé que en ocasiones están muy mal empleadas, pero también están muy mal utilizadas muchas armas, que hasta quitan vidas, y, que yo sepa, ningún tribunal las prohibió.
Es significativo que hoy hayan dimitido varios ministros de la India, pillados por una cámara en el Parlamento, visionando imágenes pornográficas. Aquí no habría dimitido nadie, pero en India aún queda un poco de ética. Lo que sí se está haciendo en el Parlamento español es alejar, lo más posible, a los periodistas gráficos, no vaya a ser que alteren el letargo a sus señorías. (Por cierto, alguno de los miles de asesores debería decir a nuestros diputados que no sigan los movimientos de la cámara aérea que hay en el salón de plenos. Queda muy feo, señorías).
Si a la prensa se le llamó algún día el Cuarto Poder, hoy no nos lo podemos creer, salvo en contadísimas excepciones, como el sitio web Mediapart, creado por Plenel en Francia. Se trata de un medio de comunicación on line, que vive de las aportaciones mensuales de sus suscriptores. No depende de la publicidad institucional ni de la privada, ahí radica su independencia. Algo parecido a lo que se está haciendo en Asturias con Atlántica XII.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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