El día de Reyes se repuso en un canal de televisión un clásico de éstas fechas: Mary Poppins, una trama que se desarrolla en el Londres de principios del siglo XX. Y, !quien lo iba a decir¡, que en una historia tan azucarada, el trago amargo lo pone un banquero que quiere apoderarse de los dos únicos peniques de un niño de cinco años. En su programa expansivo, éste broker de la City de la época, no está dispuesto a dejar escapar ni los dos peniques que un niño quiere emplear en comprar comida para las palomas.
Pues hoy, ése niño somos todos nosotros, que estamos en manos de los bancos inexorablemente, y más que lo estaremos, gracias a los gobiernos de turno, que, no contentos con darles todo el dinero que necesiten para que no quiebren (porque, por lo visto, los bancos no pueden quebrar), quieren que todas nuestras transacciones pasen por sus manos, o por sus ventanillas, no vaya a ser cosa que nos gastemos un céntimo sin que se entere papá Estado o el padrastro del banco.
Volviendo a la película, es impresionante la escena en la que el dueño del banco intenta convencer al niño para que ingrese en la entidad sus dos peniques. Le canta las ventajas que obtendrá con la transacción y lo buenos e imprescindibles que son los bancos londinenses. Pero como el niño se muestra remiso y no se fía del trato, en un descuido, le quita los peniques de la mano. Se los arrebata como un cuervo se abalanza sobre la carroña. Lo mejor es que los clientes, en protesta por el trato al niño sacan sus ahorros de la entidad. Se produce tal avalancha de gente que se cierran las ventanillas.
Ahora, los bancos también traman lo indecible por hacerse con la nónima, la pensión, los pagos o los ahorros de todo bicho viviente. Y ellos, que ya demostraron con creces lo mal administradores que son, siguen empeñados en convencernos que hacen milagros.
Estos días hay un rumos perverso que dice que es posible el Gobierno obligue a pasar por el banco los pagos de más de mil euros, maniobra que ya se hace en otros países. Lo cómico es que la ingeniería financiera, que a tantos ocupa y preocupa, se maquina para ocultar miles de millones de euros, pero esos, ni están si se les espera.
Al final, !Pobre del pobre¡
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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1 comentario:
Me encanta este post. Jamás vi la peli desde esta perspectiva. ¡Qué horror lo de los bancos!
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