martes, 11 de diciembre de 2012

¡Qué seríamos sin los burros!

 Tengo que reconocer que soy una fan incondicional de los burros. Supongo que para mucha gente, los que no conocen al animal, burro es sólo un insulto. Pero, curiosamente, los burros y las burras, no son nada burros. Son listos, mansos, obedientes, trabajadores, cariñosos, leales, responsables, guapos. No tengo palabras para describirlos.
En el primer mundo, la tracción mecánica desplazó a los burros, pero yo me pregunto, ¿qué sería de nosotros sin los burros?. Durante siglos han sido animales de carga, de siembra y muchas más cosas. Y me niego a pensar que esta raza animal sea exclusiva de España.
Estos días están de moda los burros (los mulos son animales estériles, fruto de la unión de burro y yegua o burra y caballo), porque el Papa ha decidido sacarlos del Portal de Belén. ¡Que tontería!. A quien se le ocurre pensar que en un establo no habría animales. Y más, a quien se le ocurre pensar que esa pareja (José y María), caminaba con lo puesto y sin rumbo. 
Si quitamos el burro tendríamos que quitar muchas cosas y creo que el portal se iba a quedar muy solo. Porque si no cuela lo del burro, cómo nos vamos a creer lo de los reyes magos, o lo de los pastores, que se enteraron de la noticia sobre la marcha, casi a golpe de twit.
Y si quitamos el burro, ¿cómo nos explican la huida a Egipto?, cómo se escaparon, ¿en coche?. Recuerdo que en el barrio Copto de El Cairo te enseñan los bajos de una casa en la que, presuntamente, pernoctaron José y María en su huida. No sé los kilómetros que hay de Jerusalén a la actual capital egipcia, pero creo que son unos cuantos, y no me creo que una pareja con un niño recién nacido pueda recorrerlos a pie.
Hace muchos años que no pongo el nacimiento. Lo más que hago es sacar uno de miniatura que me regalaron las monjas en la Misión de Ntita, en Malawi. Está hecho con cerillas (el fósforo es la cabeza de los personajes y el palito, abierto, hace de soporte. El suelo y el techo unos palillos). Para mí es el más auténtico. Ahí sí hay pobreza. Lo demás, son tonterías, que si las viera el verdadero Jesucristo, no dudaría en desmantelarlas, igual que echó del templo a los mercaderes. ¡Vamos, a Díaz Ferrán en Compostela, no le habría dado tiempo ni a arrodillarse!. Sin embargo, los actuales sucesores de Cristo en la Tierra, para lo que les interesa, son mucho más permisivos, y les vale todo.



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