Está demostrado que España, si quiere, puede, y el fútbol de ésta noche es un claro ejemplo.
Pero el poder no viene por arte de magia o por suerte, viene por el esfuerzo. Y, sino, que le pregunten a los jugadores de élite lo que supone la competición internacional y ser los mejores entre los mejores.
El esfuerzo, que va acompañado de formación, en el caso del deporte español surgió con los Juegos Olímpicos de Barcelona. Ahí echamos el resto en esfuerzo y en voluntad y con el tiempo estamos recogiendo los frutos.
Ya sé que es pedante extrapolar los éxitos del deporte a otros campos, pero no me queda más remedio que hacerlo. Si nos empeñamos en ser los mejores lo podemos conseguir, pero para eso se necesita remar todos en la misma dirección y olvidarnos de las diferencias. Se ve en la selección española. Ahí cada uno es de su padre y de su madre y de un equipo diferente; cada uno tiene su ideología; un tipo de nacionalismo; una forma de vestir y de peinarse, pero a la hora de jugar, nadie desentona, van todos a lo mismo.
No estaría mal que, ahora que ya tenemos asegurado el Circo, con el fútbol, el tenis, el ciclismo, el automovilismo, la música, nos centráramos en conseguir el Pan. Y una vez que lo tengamos, no sin mucho esfuerzo, que cada uno vaya a lo suyo.
Pero siempre hay un pero, pues ¿de qué nos sirve a la tropa ponernos de acuerdo, si no tenemos un seleccionador que nos coordine?. El seleccionador de los civiles es el político de turno, pero ellos sí que van a su rollo, y así, no se puede avanzar.
Hoy tendría que entrar en vigor el MEDE (Mecanismo Europeo de Estabilidad), pero creo que, mientras no nos lleguen los millones para los Bancos, no tendrá mucho que estabilizar, más allá de los recortes que aún nos quedan por acometer para que las cuentas cuadren.
Espero y deseo que España gane hoy a Italia y que un Lunes Negro no nos amargue la fiesta.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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