Hace más de tres meses que intento hablar con el Delegado del Gobierno en Asturias, Gabino de Lorenzo y no hay manera de llegar a él. Me lo imaginaba muy ajetreado para adaptarse al nuevo cargo, pero veo que tiene tiempo de sobra. Por eso, al verlo hoy en la última página de La Nueva España haciendo de cocinero me cabreo al pensar que no se puede ser pobre por nada del mundo. Ya lo decía Matas, el ex presidente del Gobierno Balear, que él no recibía a todo el mundo. Podía recibir a Urdangarín si le pedía cientos de millones de pesetas, pero a una pobre como yo, no la recibiría nunca, porque un pobre no tiene para dar y nunca se atrevería a pedir lo que no va a poder devolver, o una cantidad que no se corresponde con el trabajo contratado.
Pues vuelvo al Delegado del Gobierno, con quien tuve muy buena sintonía en mi época de periodista en activo, pero ahora que soy invisible, ya es otra cosa, imagino que por culpa, o gracias a los moscones que tiene a su alrededor. Esos asesores que se convierten en barreras infranqueables y que flaco favor le hacen al señorito con aislarlo en una urna de cristal, aunque tenga cocina.
Como digo más arriba, hace meses que intento exponer a los políticos relacionados con el Gobierno de Madrid, o con el Parlamento nacional, un problema que afecta a miles de asturianos y del que no se enteran o no se quieren enterar.
Se lo conté al senador Isidro Fernández Rozada, que le sonaba a chino; se lo expliqué a Antonio Trevín, que me quitó del medio con mucha diplomacia; paré en la calle a Alberto Mortera, jefe de Gabinete de Delegación del Gobierno, para intentar llegar a De Lorenzo, y me sacudió con el típico ven a verme, por no decirme, vete a hacer gárgaras; se lo volví a contar hace tres meses al jefe de prensa de la Delegación del Gobierno, que también me dijo que me llamaría. A Gabino de Lorenzo le solicité una entrevista a primeros de mayo (no pude pasar de la primera planta), volví a primeros de junio, y lo mismo. Ésta es la tercera intentona, aunque por otra vía menos convencional, e imagino que éste humilde Blog es demasiado poco para tan altas personalidades, así que volveré a estrellarme contra el muro de la indiferencia.
Cuando están en Campaña electoral son capaces de bajar a la arena, eso sí, sin mancharse mucho, pero bajan para hacernos la pelota, para que los veamos, aunque sea una vez en la vida. Pero en cuanto se sientan en la poltrona, sea del color y la categoría que sea, si te vi, no me acuerdo.
En otra entrega hablaré del tema que quiero exponerles a los políticos que, como están tan atareados en tonterías, pues no se enteran de lo importante. Es desolador ver las dos últimas páginas de los dos periódicos que compré esta mañana. En la de El País se asoma el Portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso, con cara de Groucho Marx, con una batuta en la mano y con cara de reírse de todos nosotros. Es increíble lo que pueden llegar a hacer con tal de salir en los periódicos. Les mandan hacer el pino y no se cortan un pelo.
Así que, una vez más, pobre del pobre que no tiene las llaves ni para abrir puertas, ni las influencias para que se las abran. !Pobre de la pobre ciudadanía¡. Así nos llaman los políticos a todos aquellos que hacemos el montón, que vamos a votar. Ellos no se incluyen en la ciudadanía. Ellos reparten las migajas para que esa ciudadanía, que no tiene mucho tiempo para tonterías, las vaya recogiendo y dando las gracias con golpes de pecho.
A pesar de todo, seguiré intentándolo.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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2 comentarios:
Qué pena y qué razón llevas Isolina! Es igual en todas partes...
Abrazos,
Yolanda
Es triste, pero para la mayoría de los políticos sólo somos un voto en una urna. La campaña electoral es casi mágica, todos con sus mejores sonrisas, besando niños y prometiendo que nos van a dar la luna y que no nos van a quitar nada. Luego, cuando están en el sillón, donde dije digo...Suerte
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