En la letra de La Marseillaise (1795), el himno nacional francés, hay una frase, -de las más suaves del texto-, en la que se les dice a los ciudadanos franceses que !ha llegado el Día de Gloria¡. Y eso parece ser que es lo que piensan esta noche millones de personas, tanto en Francia, como en el resto de Europa. Muchos han puesto en el nuevo presidente de la República, el socialista FranÇois Hollande, sus esperanzas como salvador de todas las patrias.
Miedo me da esa expectativa. De nada nos sirve la experiencia reciente en España. Pudimos ver que el Día de Gloria duró muy poco y las expectativas que despertaba el nuevo Gobierno no consiguen dar los frutos esperados.
Pues el Día de Gloria de Hollande, me temo que durará lo mismo que el agua en un cesto, y estoy segura que mañana, superada la resaca, menguarán a la mitad muchas de las promesas. De momento, en su primer discurso ya dijo que "la austeridad no puede ser una fatalidad en Europa". Yo quiero entender que apuesta por la austeridad. Y hasta donde yo le había escuchado, en la pre campaña, apostaba por el gasto con mucha más alegría de la que recomendaba su predecesor Sarkozy.
A mí me cuesta trabajo pensar que Hollande tenga una varita mágica para sacarnos del hoyo, sólo con aplazar los pagos de las deudas. Así lo que se consigue es prolongar más la agonía.
Del pozo sólo saldremos colocando muchos peldaños, para subirlos poco a poco. No hay ascensores con potencia suficiente para rescatarnos. La solución nos viene con imaginación, con paciencia. Si es verdad que la necesidad agudiza el ingenio, tenemos la oportunidad de demostrarlo poniéndonos manos a la obra.
La única promesa que imagino podrá cumplir Holande con cierta facilidad, será la de traer a sus militares de Afganistán. A nosotros los españoles nos llevó el presidente Rodríguez Zapatero después de sacarnos de Irak y allí seguimos, sin saber muy bien qué pintamos en ese territorio tan hostil.
Y como la política no es una ciencia exacta, en Grecia también se vive hoy un Día de Gloria, pero al revés. Allí perdió la izquierda y ganó la derecha, aunque podía darse la paradoja de que se junten en un Gobierno de Gloria para sacar el país adelante. Y esa es la única Gloria que nos podría sacar a todos del atolladero. Que nos uniéramos para empujar todos en la misma dirección.
Grecia, la democracia más antigua, que ya se comió el polvo del suelo, si consigue ese Gobierno de concentración, nos marcará el camino a seguir.
En España, no sé qué tendrá que pasar para que los políticos aproen todos la nave en la misma dirección y nos den un Día de Gloria.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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