Asturias entierra hoy a Sergio Marqués, ex Presidente del Principado en la década de los noventa, una de las presidencias más convulsas de la era democrática. Pero como todo lo que está en manos de los políticos, raramente va a mejor, pues ahora estamos mucho peor que en aquella legislatura, ahora nos encontramos hasta sin Gobierno, y empiezo a pensar que vamos mejor así que gobernados por personas absurdas y ciegas, pero no de vista, que tendría arreglo, son ciegas de mente, y eso es mucho más grave.
Asturias va cayendo en picado, pero no tiene ningún comandante a bordo para corregir el rumbo y así, no hay duda que nos estrellamos.
Sergio Marqués fue durante cuatro años ese piloto que no se separó de la cabina de mando, a pesar de que, más de uno, intentó echarlo de su puesto. Parecía una persona débil, pero ahí demostró tener agallas para hacer frente a las turbulencias que intentaron desestabilizarlo a él y, de paso, a todos los asturianos, que casi no contamos para los que mandan.
Recuerdo un viaje a La Habana, enviada por La Voz de Asturias, para cubrir el desplazamiento de un grupo de vecinos de Quirós, encabezados por su alcalde, Agustín Farpón. En uno de los actos oficiales coincidí con el vicepresidente Fernández, conocido como el Gallego Fernández, de origen asturiano, que me preguntó por la situación en Asturias. Eran aquellos momentos de división del PP y yo le di mi opinión. Le dije que Marqués no había tenido la culpa del dislate. Me puso verde, así, sin más, me dijo que no tenía ni idea y defendió en todo momento a Álvarez Cascos, entonces vice presidente en Madrid. Yo llegué a la conclusión de que tenía sólo información de una parte.
Más tarde, creo que en el año 1998, también tuve ocasión de echarle un capote al entonces presidente Sergio Marqués. Fue en la Cumbre Iberoamericana de Oporto (Portugal) durante la rueda de prensa que ofreció el presidente cubano Fidel Castro. Recuerdo que no venía a cuento hablar allí de política doméstica, pero yo le pregunté si estaba dispuesto a recibir al presidente del Principado de Asturias, ya que todas las noticias que se publicaban decían lo contrario. Castro me contestó -todavía circulan por internet las transcripciones de la rueda de prensa- que sin ningún problema, hasta el punto que se ofreció a que Maqués le acompañara en el avión de vuelta a Cuba.
Como no podía ser de otra manera, era la coletilla que más repetía Sergio Marqués en sus intervenciones públicas y yo se la tomo prestada para decir que, como no puede ser de otra manera, lo de Asturias tiene que tener remedio. Aunque nos dejemos parte del tren de aterrizaje en el descenso en picado, tenemos que remontar vuelo y para eso le pediría al actual presidente en funciones Francisco Álvarez-Cascos, que igual que tuvo valor para ir a dar el pésame a la viuda de su enemigo político y ella tuvo la deferencia y la educación de recibirlo, tenga ahora, inmediatamente, el valor de darnos el pésame, o pedirnos disculpas, a los asturianos y, a partir de ahí, hacer todo lo posible para que nos creamos que su interés está en Asturias. Este ruego es extensible a los demás políticos, esos que tienen tantos asesores y tantos sueldos. No sé para qué quieren ni lo uno ni lo otro, no se lo merecen. Por mucho que se reduzcan los sueldos, o quieren hacernos ver que los reducen, siempre será mucho, para nada que hacen.
Sólo se me ocurre poner el piloto automático, que a efectos de Asturias, sería dejarla en manos de los funcionarios.
!Mi más sentido pésame a Elena, la viuda de Sergio Marqués¡
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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