viernes, 18 de mayo de 2012

Con la mentira vivíamos mejor

Sí, vivíamos mejor cuando nos hacían creer que éramos ricos. Creo que, en el fondo, sabíamos que éramos pobres, pero nos venía muy bien creernos lo contrario. Y mientras duró, fue muy bueno. Pero ahora que sabemos la verdad, nos pasa lo mismo que a los niños que descubren el engaño de los Reyes Magos. Seguimos pidiendo regalos, pero ya no será lo mismo. Ya no habrá medicinas gratis total, ni médicos a diestra y siniestra. Las carreteras no emergerán como las setas en otoño; los museos no se inventarán para colocar a los amigos; las piscinas no se construirán a la vuelta de cada esquina y nos enteraremos que los hospitales fantasma no sirven para nada.
Vivíamos muy bien en la mentira de las subvenciones para todos y para todo: la minería no competitiva; la ganadería inexistente, etc. Vivíamos muy bien en la mentira de que teníamos las entidades bancarias más saneadas del mundo. Sabíamos que era imposible que estuviesen tan saneadas con los dispendios que habían hecho, igual que la mayoría de los ciudadanos, pero nos interesaba creerlo.
Sabíamos que en el Palacio de la Zarzuela no era oro todo lo que relucía, pero nos interesaba pensar que teníamos un Jefe de Estado modélico en todos los aspectos, tal y como se nos hacía ver. Recuerdo, en mi época de estudiante de Periodismo, allá en el principio de los años ochenta, cómo durante unas vacaciones, cuando apareció en la televisión una cantante muy conocida, yo le conté a mi madre que en Madrid se comentaba que aquella señora era la amante del Jefe del Estado. Aún veo la cara de estupor de mi madre y la bronca que me echó !por hereje¡. !Espero que no estudies Periodismo para eso¡, me dijo. Y como no estudiaba periodismo para levantar falsos testimonios a nadie, pues lo dejé correr. Pero, hoy me pregunto, ¿si yo, que era la última mona de aquel zoo, ya conocía la trastienda de los mentideros, qué no sabrían los jefes de la manada?. ¿Cómo es posible que se hayan tapado tantos desatinos y ahora tengamos que enterarnos de lo que pasa por las revistas alemanas?. Pues muy fácil, porque en la mentira estábamos todos (periodistas, políticos, empresarios, banqueros, sindicalistas) encantados de conocernos.
Sabíamos perfectamente que no éramos, ni lo fuimos nunca en la historia reciente, la octava ni la vigésima potencia del mundo, pero cuando estuvimos representados en esos selectos grupos, hasta nos lo creímos.
Sabíamos que no se correspondía que un país como España tuviera dos circuitos de competición de la Fómula 1 de automovilismo. Pues esa mentira también nos venía bien y la pasamos por alto.
Y como la trampa rescampla, según decíamos en la Escuela de Priesca, pues aquí estamos, los que no éramos ni tan ricos, ni tan fuertes, recibiendo tortas de todas partes, porque el enemigo, que siempre está al acecho, acaba de descubrir nuestro flanco débil y nos puede dejar K.O de tantos golpes.
Ya comprobamos que en la mentira se vivía bien, pero como no hay bien que mil años dure, vale más aceptar la cruda realidad y levantarnos lo antes posible.



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