Acabo de aprender una nueva palabra: impagadosidad.
No la había escuchado en ningún sitio hasta que se la leí al economista Santiago Niño Becerra en su artículo diario de La Carta de la Bolsa. Me sonaba muy raro, de hecho creo que no viene en el diccionario de la RAE, pero tiene su origen en la crisis económica. Se trata de definir a las personas, instituciones o empresas que nunca van a pagar lo que deben. Primero son morosos, es decir, que pagan tarde. Si esa tardanza se prolonga mucho en el tiempo, acaba en impago y, generalmente, el impago no tiene vuelta de hoja, y ya no es que paguen tarde, es que no pagarán nunca. Y esa cadena es desastrosa para cualquier economía: la doméstica, la de las empresas y la de las instituciones.
En un diccionario de términos económicos, Niño Becerra dice lo siguiente: "Morosidad e impagadosidad: dos caras de la misma realidad. ¿Por qué no
pagan las empresas?, porque pagaban con créditos, y no se concede el
número que sería necesario, ni por el importe que sería necesario, ni a
quienes lo necesitan. ¿Por qué impagan las personas?, porque sus deudas
ya no pueden crecer más, porque los revolvings ya no dan más de sí, y
porque la ocupación se está hundiendo debido a que las empresas carecen
de financiación para seguir con la rueda".
Mucha gente está convencida de que llegará un momento que el Estado Español no pueda pagar su deuda. Y, claro, si no paga papá Estado, cómo van a pagar los españolitos. Ha sido tan malo el ejemplo que dieron las instituciones públicas, dirigidas por políticos, y ha cundido tanto, que la bola de nieve es más que un glaciar que nos impide el paso.
Y yo me pregunto: la nieve ¿se puede quemar?, porque, con el frío económico que nos acucia, es difícil que se derrita.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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