Éste verano le hice una entrevista al científico Enrique Fernández y me enteré que lo penúltimo de internet es la 'nube', el cloud computing.
Lo había entrevistado hacía quince años, cuando en Asturias empezábamos a enterarnos que existía la RED. Al cabo de tres lustros, nos estamos enterando que existe la 'nube'. Más vale tarde que nunca, pero creo que eso de la nube, que no tiene nada que ver con tormentas ni con mal tiempo, tendrá consecuencias en nuestras vidas, en nuestro desarrollo y en nuestro futuro, a pesar de las crisis.
Por lo visto, 'la nube' no es otra cosa que una forma de ayudarnos a simplificar nuestros discos duros, la saturación de datos que tenemos en nuestros ordenadores, tanto los particulares, como los de empresas e instituciones. La nube, un lugar indeterminado en el espacio de las redes, se podría decir que es un servidor ajeno, que nos permite guardar nuestros datos. De esa forma, también será más fácil acceder a él desde cualquier sitio y desde cualquier soporte. Pero, por motivos de seguridad y de privacidad, aún hay reticencias a poner nuestros datos en manos ajenas, muy ajenas.
A pesar de todo, según los expertos, 'la nube' es una realidad que ya no tiene marcha atrás, tanto para las empresas que quieren ofrecer ése servicio, y que se dan codazos por hacerse con el mercado, como para los potenciales clientes.
Hay gente que siempre está en la nube, o en la luna, y no quiere bajarse porque la otra realidad es muy dura. Internet también se sube a la nube para controlarnos un poco más. Es curioso, pues lo que intentan es tener a su disposición todos nuestros datos, hasta los más íntimos. Ya los tienen controlados, pero quieren más. Nos quieren adivinar el pensamiento, adelantarse a nuestros gustos y a nuestras decisiones o indecisiones.
Ayer iniciaba un correo con la siguiente frase: te mando......., pues al enviar el texto, me sale una ventana en la pantalla advirtiéndome que había dicho que mandaba algo y no existía ningún archivo adjunto para enviar. Alucinante¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Tan alucinante como el día que me salió otra ventana diciéndome que en el escritorio tenía archivos o iconos infrautilizados. ¡No doy crédito de cómo y cuánto nos controlan: hasta la respiración, por no hablar del espíritu crítico!.
Lo había entrevistado hacía quince años, cuando en Asturias empezábamos a enterarnos que existía la RED. Al cabo de tres lustros, nos estamos enterando que existe la 'nube'. Más vale tarde que nunca, pero creo que eso de la nube, que no tiene nada que ver con tormentas ni con mal tiempo, tendrá consecuencias en nuestras vidas, en nuestro desarrollo y en nuestro futuro, a pesar de las crisis.
Por lo visto, 'la nube' no es otra cosa que una forma de ayudarnos a simplificar nuestros discos duros, la saturación de datos que tenemos en nuestros ordenadores, tanto los particulares, como los de empresas e instituciones. La nube, un lugar indeterminado en el espacio de las redes, se podría decir que es un servidor ajeno, que nos permite guardar nuestros datos. De esa forma, también será más fácil acceder a él desde cualquier sitio y desde cualquier soporte. Pero, por motivos de seguridad y de privacidad, aún hay reticencias a poner nuestros datos en manos ajenas, muy ajenas.
A pesar de todo, según los expertos, 'la nube' es una realidad que ya no tiene marcha atrás, tanto para las empresas que quieren ofrecer ése servicio, y que se dan codazos por hacerse con el mercado, como para los potenciales clientes.
Hay gente que siempre está en la nube, o en la luna, y no quiere bajarse porque la otra realidad es muy dura. Internet también se sube a la nube para controlarnos un poco más. Es curioso, pues lo que intentan es tener a su disposición todos nuestros datos, hasta los más íntimos. Ya los tienen controlados, pero quieren más. Nos quieren adivinar el pensamiento, adelantarse a nuestros gustos y a nuestras decisiones o indecisiones.
Ayer iniciaba un correo con la siguiente frase: te mando......., pues al enviar el texto, me sale una ventana en la pantalla advirtiéndome que había dicho que mandaba algo y no existía ningún archivo adjunto para enviar. Alucinante¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Tan alucinante como el día que me salió otra ventana diciéndome que en el escritorio tenía archivos o iconos infrautilizados. ¡No doy crédito de cómo y cuánto nos controlan: hasta la respiración, por no hablar del espíritu crítico!.
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