El sudor y las lágrimas de todas esas gentes, anteriores al INSERSO, que no sabían de vacaciones; que no pensaban en muchos viajes; sirvieron para hacer unos fondos con los que se financió la calidad de vida que se traduce, entre otras, en las mejoras de Sanidad y Educación impensables en tiempos pretéritos.
Aún hoy es posible conocer a personas mayores que confiesan sin rubor que no saben leer, ni escribir, que nunca fueron a la escuela.
Eso sucedía en éste país hace menos de noventa años. En ésa fecha el médico y los servicios sanitarios también eran un artículo de lujo y el hospital un servicio inalcanzable.
El espíritu crítico de hoy quiere servir de reflexión para que nos paremos a apreciar lo que tenemos, que lo valoremos en sus justos términos y que sepamos que nada se cae del cielo. Todo lo que tenemos costó mucho conseguirlo y merece la pena hacer un esfuerzo por conservarlo y mantenerlo.
¡Mi más sincero homenaje para los fundadores del Estado de Bienestar en España!.
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