Isolina Cueli
Acabo de asistir en Santiago de Chile a un congreso de mujeres periodistas y escritoras y de escuchar el largo camino que nos queda por recorrer para que una mujer tenga el mismo reconocimiento y las mismas oportunidades que un hombre a la hora de publicar, de dirigir una empresa periodística, de opinar, o de cobrar el mismo salario a igual rendimiento.
Y no me olvido que hace medio siglo las cosas estaban muchísimo peor, aunque con excepciones
como la de la escritora asturiana Marta Portal (Nava 1930-Madrid 2016), premio Planeta en el año
1966, toda una proeza si tenemos en cuenta que hace cincuenta años en España las mujeres
escritoras eran una inmensa minoría oculta y ocultada y en Asturias aún más, con el permiso de
Dolores Medio (Oviedo, 1911-1996) o María Xosefa Canellada (Piloña 1913-1995).
Marta Portal -fui alumna suya en clases de Literatura, en la Complutense- me descubrió la
escritura latinoamericana y a Juan Rulfo, que era su autor de cabecera, pero curiosamente, creo que
no había muchas autoras femeninas en su repertorio de clase. Allí también se veía el vacío que
sufrían las mujeres en los libros de texto.
En mi ponencia en el congreso de periodistas y escritoras recordé el trabajo de autoras españolas del siglo XIX como Emilia Pardo Bazán o Rosalía de Castro, cuyo éxito y reconocimiento les llegó a título
póstumo. La sociedad decimonónica era un coto cerrado masculino y los hombres no estaban
dispuestos a ceder ninguna ventaja a las mujeres. Aún se escucha el eco de las palabras que
Marcelino Menéndez Pelayo le dedicó a Emilia Pardo Bazán: "Literata fea con peligro de volverse
librepensadora". No podía atacarla por su obra y la menospreciaba por su físico.
En el fondo, el miedo que tenían los hombres de entonces y, no sé si los de ahora, era que las
mujeres pensasen, que tuviesen opinión y que la expresasen. Aquellas que lo hacían no eran bien
vistas.
Es grata la noticia de que el Gobierno de Asturias va a empezar a dar ejemplo y tratará de
equiparar el salario del funcionariado. A igual trabajo o igual cargo, ganarán lo mismo hombres
que mujeres. Aunque parezca mentira, en este momento no ganan lo mismo. Es un pequeño
ejemplo del camino que nos queda por recorrer.
El Fielato, periódico local en papel y global en internet, es uno de los medios con más presencia de
mujeres en las columnas de opinión. Y eso también es raro. En el número del 5 de octubre, se
producía un hecho insólito: aprovechando unas vacaciones de Borja, las tres firmas de ésta página
Tres eran femeninas: Susana Peruyera desde París; Marije Amieva que anda a caballo entre
Asturias y Londres y una servidora, a pie de caleya en mi particular Macondo.
Las mujeres sabemos que no nos van a regalar nada, pero con el espíritu de sacrificio y de
superación que nos caracteriza seguiremos arrimando el hombro para facilitar el camino de otras
generaciones y seguiremos dando ejemplo, como antes lo dieron por nosotras.
Como decía la escritora chilena Gabriela Mistral: Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú./
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú./ Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú./ Se tú él (la) que aparta la piedra del camino.
¡Buen camino!
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario