jueves, 24 de noviembre de 2016

El Gordo le tocó a Villaviciosa

Isolina Cueli
Los escenarios del anuncio de la Lotería de Navidad de este año pertenecen a Villaviciosa y ya despertaron la curiosidad de los viajeros y de los supersticiosos, que vienen en procesión a comprar lotería a la Villa, con la esperanza de que se produzca el milagro y les toque el Gordo. Y justo por esas visitas masivas de incautos que aún creen en los Reyes Magos, a quien le tocó el Gordo es a la propia Villaviciosa, a sus comercios y establecimientos de hostelería, que bien necesitan un empujón para aumentar sus ventas. Me alegro por ellos y por Villaviciosa, que este año aparecerá en dos anuncios en estas fechas tan comerciales: imagino que no fallará el clásico de Sidra El Gaitero y el de la Lotería de Navidad. Una publicidad que no se pagaría con los presupuestos municipales de varias décadas. Enhorabuena a quien haya conseguido ese protagonismo para Villaviciosa. Supongo que habrá sido alguien de la Villa que se encontraba en el sitio adecuado en el momento adecuado y apostó por su pueblo.
Quien más y quien menos, organizó alguna vez una lotería y todo el mundo debería de saber que es una forma muy rápida de conseguir dinero. En este caso, es el Estado el que nos trata de convencer que comprando el décimo de lotería que nunca nos va a tocar seremos más felices, pues podremos demostrar nuestra empatía con los que saltan, gritan y descorchan botellas de sidra para festejar el premio y, de paso, consolarnos con mantener la salud.
La Loteria tal como la conocemos hoy se puso en marcha en el reinado de Carlos III (1759-1788), en concreto en el año 1763. Huelga decir que hace 253 años el monarca y su Gobierno necesitaban dinero y a alguien se le ocurrió -creo que fue el marqués de Esquilache- copiar el juego que ya existía en Italia y que consistía en vender muchas participaciones, a precios muy asequibles a cambio de un premio sustancioso. Ni qué decir tiene que la mayor parte del dinero se quedaba en manos del organizador, en este caso el Estado, igual que ahora. Sino, cuantas veces escuchamos que tal o cual premio no se vendió. Parece que si no se vendió no tocó a nadie. Pues si, le tocó al Estado, que sería lo mismo que decir que nos tocó a todos, porque ese dinero que no sale de las arcas públicas tendría que invertirse en servicios a la comunidad.
Cómo se financian los viajes de estudios y muchas otras historias, cuyas papeletas nos venden o compramos por compromiso, aunque alguna vez suena la flauta y por un euro nos devuelven mil. Es el caso de los vecinos de Llames (Nava) que hace años sí les sonó la flauta y algunos casi se hicieron millonarios en euros.
Mucha gente compra de forma compulsiva porque tiene miedo que toque a su vecino y ellos se queden sin nada. Gente que llega al 22 de diciembre con cientos de euros invertidos en papeletas que no pasarán de ahí, un papel que partirán en trozos muy pequeños, por si se reencarna en otro número. Yo sé que no saldré de pobre y tengo poca fe en los juegos de azar.
El colmo de la lotería son los agraciados con el gordo que no saben administrar ese aumento de ceros en su cuenta bancaria -sólo piensan en lucir coches de mucha cilindrada- y en poco tiempo son más pobres que antes de tocarles el premio.
Raquel, que viene todos los años a visitarme desde su Extremadura natal, compra lotería en Villaviciosa cada verano. Es ya un clásico, pero de momento, no hemos tenido suerte. Bueno, nos queda el consuelo de que pueda volver al año siguiente y repita el ritual.
¡Buen camino!

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