En los últimos días saltó a la primera línea de la actualidad la noticia de los movimientos sísmicos que se producen en el área próxima al Delta del Ebro donde se lleva a cabo una obra de almacenamiento de gas por unos medios rocambolescos. Es pura ingeniería, aplicada en el subsuelo de la zona sin pensar que la Tierra es un ser vivo y que reacciona ante las agresiones. Sino que se lo digan a los vecinos que sufren los movimientos sísmicos.
Acabo de escuchar al ministro de Industria, José Manuel Soria reconocer que el origen de esos temblores está en la actividad de la Planta de almacenamiento de gas. También escuché que se van a pedir cuentas a los ex ministros y ministras del ramo, como responsables de la falta de celo a la hora de autorizar esa obra faraónica, y me parece muy bien. Aunque sé que esquivarán todas las responsabilidades, como es habitual en el caso de los políticos.
Pero lo que me hizo saltar de la silla para escribir este post es la relación que veo entre el proyecto Castor, que, dicho de forma vulgar, consiste en escarbar la Tierra para almacenar gas que importamos, y el 'fracking', otra forma de excavar la Tierra a miles de metros de profundidad, en este caso para extraer el gas autóctono que hasta ahora se había librado de las garras humanas.
Nunca había reparado en ésta técnica hasta que me tocó de cerca, ya que hay un proyecto de extracción de gas por fracturación hidráulica en el concejo de Cabranes (Asturias), un área tranquila, con preciosos montes autóctonos, que se ve alterada por esta agresión externa.
No hace falta ser ingeniero para ver que el sistema del fracking es una brutalidad y que tiene que tener consecuencias en la Tierra, en las personas, y en los acuíferos.
Y lo más gordo de todo es que el actual ministro de Industria, José Manuel Soria, es un ferviente defensor del fracking. Espero, con poca fe, que este problema con el proyecto Castor le haga reflexionar sobre las consecuencias de agredir a la Tierra. Imagino que el Señor Soria hará oídos sordos a todos los argumentos en contra de esta práctica invasiva y seguirá en sus trece de la mano de los lobbies que inundan los pasillos de los ministerios para conseguir los favores de los políticos que no tienen criterio.
Es imposible que un proyecto de ese tipo supere un estudio de impacto ambiental, salvo que se mire para otro lado mientras se pone en marcha. Si después hay consecuencias, lo más probable será que el ministro ya esté en su casa y se lave las manos por su mala praxis.
Muy cerca de Asturias, en Cantabria, también están a la greña con otra iniciativa de fracking y en el Reino Unido, la campiña se levantó en pie de guerra contra este tipo de extracción y consiguió parar las primeras extracciones.
Incluso los defensores del fracking reconocen que provoca movimientos sísmicos, y eso es lo menos que puede pasar, porque la peor parte se la llevarán los manantiales, que pueden sufrir alteraciones en el cauce, además de contaminación con el gas o los productos químicos que utilizan para las explosiones.
Si en algo tan inocente como los túneles del tren de Alta Velocidad que se construyeron entre León y Asturias han dejado sin agua a pueblos leoneses en los que se captaban abundantes manantiales, ¿qué no pasará con las perforaciones y las detonaciones del fracking?.
Esta técnica con nombre en inglés, ya se ejecuta en Estados Unidos y facilita la explotación de yacimientos que hasta ahora se consideraban poco rentables.
Y como la avaricia no tiene fronteras, España tiene todas las papeletas para convertirse en el paraíso del fracking, una vez más, con el visto bueno del Gobierno. -Las responsabilidades vendrán más tarde-.
Y como Villaviciosa está limítrofe con Cabranes, sólo me queda advertir que ¡cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar!.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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