Anoche cuando dormía, soñé ¡bendita ilusión!, que una fontana fluía, dentro de mi corazón..., son palabras de Antonio Machado, pero hoy quería referirme al sueño de Martin Luther King, el pastor activista que, hace 50 años, compartió en público su sueño de que Estados Unidos fuera, algún día, un país más justo con la minoría de raza negra. No sé si Luther King se daría por satisfecho al ver un presidente negro en la Casa Blanca, un juego de palabras que dicen mucho del gran paso de la sociedad americana. Imagino que también estaría encantado al comprobar que, con la gran ayuda de Nelson Mandela, los negros también tienen reconocido su status en Sudáfrica.
En España no tengo datos científicos, pero si extrapolo los de mi pueblo, Priesca, que conozco muy bien, podría aventurarme a decir que, en medio siglo, podríamos tener un presidente o presidenta, con raíces en otras latitudes. Yo creo que no lo veré, pero los jóvenes que hoy tienen 20 años sí lo podría vivir.
Mi sueño de hoy sería que en lo que me queda de vida pueda ver sociedades más justas, que eliminen el hambre en el mundo, pero para eso tendríamos que aspirar a que los humanos sean más justos y menos envidiosos y para conseguirlo, sí pasarán siglos.
También podría soñar que no haya más guerras y que las religiones no sean protagonistas de conflictos entre las personas. ¡Qué manía con querer imponer las creencias!.
Es mi pequeño homenaje a Luther King, que se puso metas que parecían inalcanzables, pero que con paciencia se consiguen, aunque a él, y a otros muchos, les hayan costado la vida.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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