martes, 2 de octubre de 2012

Los mariscos marcan la diferencia

Menú de boda del año 1956

La evolución de España en los últimos cincuenta años se ve muy bien en la gastronomía y, especialmente, en los menús de boda. En este tiempo pasamos de la paella y el pollo como platos estrella, que sólo se comían en días de fiesta, a los mariscos y pescados, que se sirven casi a diario.
En medio siglo pasamos de país de Tercer Mundo al Primer Mundo y eso siempre tiene un coste, especialmente si queremos mantener ese nivel de vida.
Ahora estamos saturados de mariscos y pescados, a pesar de que tengan parásitos que nos pueden hundir en la miseria. Estamos encantados de comer todo lo que se mueva, o todo lo que pueda vivir bajo el agua.
Los dos menús de boda que se pueden ver en ésta página fueron elaborados con 56 años de diferencia.
El primero, en 1956, la novia iba vestida de negro. El segundo, hace una semana, la novia, de blanco riguroso.
Menú de una boda celebrada el pasado fin de semana
Representan la evolución de la España de post guerra a la del siglo XXI.
Ambos menús tienen cuatro platos en la mesa. El moderno añade el aperitivo, que en muchos casos ya vale por una comida, más la cena.
El consomé de ave de los cincuenta, se cambia por mariscos; la paella da paso a una crema de cigalas con viruta de gamba; la triste carne en su jugo se sustituye por el pescado, en este caso el rey del mar, el mero; el cuarto plato está entre el pollo con las patatas Risoladas de los años cincuenta y el solomillo al foie con patatas onduladas. Como vemos, las patatas con apellido (Risoladas, al vapor y onduladas) son el nexo de unión entre dos menús que no se parecen en nada. Las patatas, el tubérculo importado de América, se nos hace imprescindible, incluso en las mejores cocinas.
La otra partida que marca la diferencia entre la España gris y la España en color son los vinos, que hoy tienen nombre y apellido.
En ambos casos, prima el exceso de comida. Aquello de echar la casa por la ventana es muy viejo y, aquí se ve en la generosidad de los menús. Imagino que en 1956 no se habrá desperdiciado nada de comida, porque la gente estaba ansiosa de darse un banquete, y miraba mucho menos las tallas y la línea. Pero hace una semana, estoy casi segura que se llenaron contenedores con restos y sobras.
Apostemos por la España de pastel de chocolate con biscuit de piña y alejemos la del pastel de coco y el tronco, eso sí, sin malgastar la comida, que también es un bien escaso.
Todo indica que nos quieren llevar marcha atrás, hacia el pastel de coco. Nos pusieron en la boca los mejores manjares, y nos dieron mucha cuerda para que llegáramos lejos, a buscarlos y a comerlos, y ahora nos los van  recortando poco a poco, nos los quitan de la boca, en una especie de tortura que se torna insoportable. Espero que podamos aguantar el golpe y volver a tomar impulso.
Hagamos un brindis en el que quepan la sidra El Gaitero y el Cava!!!!!!!!!.

1 comentario:

Ana del Puente dijo...

Que cualquier tiempo futuro, o menú futuro, no sea peor, amiga.