miércoles, 26 de octubre de 2016

Frutos de otoño

Isolina Cueli
Como la economía siempre levanta ampollas, en esta ocasión voy a mirar al otoño a través de los productos del campo. Dice María José, vecina de Liñero, que podría vivir de los frutos del otoño. Yo también. En Asturias, cualquiera que salga del asfalto se dará cuenta que estamos en plena recolección de las cosechas del año. Aquí se dan nueces, avellanas, castañas, higos, uvas. También es el momento de recoger el maíz, les fabes, los pimientos, los últimos tomates y las calabazas de todos los colores, formas y tamaños. Están en el punto álgido los carápanos, las manzanas y piescos.
Cesto con piescos en el mercado de Villaviciosa (I.C)
Me decía un taxista de El Bierzo (León) que si compraba castañas de su tierra debía elegir las de tamaño pequeño, que eran mejores que las grandes, más atractivas a la vista, pero con menos sabor. Le grdecí la sugerencia, pero no necesito comprar castañas de fuera, las hay en mi pueblo. De todas formas no estaba muy descaminado, porque las castañas de aquí se pierden la mayor parte debajo del árbol o se las comen los roedores y las ardillas. Supongo que también les gustarán a los jabalíes y a los osos, donde los haya.
Mientras, en los puestos callejeros de los castañeros y en muchos supermercados, nos ofrecen castañas de fuera.
Alardeamos del castaño como árbol autóctono y seguro que lo es, porque hace muchos años la castaña debía ser el alimento básico en la dieta de nuestros ancestros y de sus animales domésticos, pero los tenemos abandonados a su suerte. En Asturias, los castaños están en decadencia porque no se renuevan, porque no les hacemos ni caso y porque enferman. A pesar de todo hay testimonios reales del arraigo de éste árbol. Me vienen a la cabeza los castaños varias veces centenarios que sobreviven en Hontoria (Llanes) o el fructífero castañéu de Toroyes (Villaviciosa).
Los franceses alardean del marron glacé, que no es otra cosa que castañas con azúcar, y le sacan un impresionante valor añadido al fruto. En la zona de El Bierzo se han convertido en alumnos aventajados de los franceses y rentabilizan las castañas hasta límites insospechados. Te ofrecen, incluso, cerveza de castaña. De paso, también plantan árboles nuevos y remozan sus castañares.
En Asturias, hace más de cien años, exportábamos las avellanas por el puerto de Bilbao, hoy es un fruto cuya producción no consigue abastecer ni la demanda de los compradores que acuden al Festival de la Avellana, en Piloña. Todas las crónicas decían que se habían agotado las existencias en unas horas. Eso significa que había pocas. 
Por cierto, mis vecinos, Mariano y Raquel me comentan, muy disgustados, que en ese Festival de la Avellana les dieron gato por liebre y les vendieron avellanas de otra cosecha, que estaban vacías.
Llegaron a media mañana a Infiesto y vieron que no había donde comprar. Hasta que se percataron que una persona llevaba en un carretillo varios sacos para un puesto. Es ahí donde les engañaron. Quiero pensar que los estafadores, que vieron el negocio y fueron a buscar las avellanas viejas que guardaban en el hórreo, no eran de Piloña, pero alguien debería haber dado la voz de alarma y evitar el timo a personas que acuden a comprar de buena fe, sin plantearse que también allí les pueden engañar.
Tengo que confesar que esta semana estuve a la pía o rebusco de nueces en La Riera, por la zona de Valdediós. Iba a conocer el pueblo, pero las nueces me salían al paso y no podía dejarlas allí, a su suerte, para que las atropellara un coche. Los que somos de pueblo llevamos la recolecta en los genes.
¡Buen camino!

No hay comentarios: