miércoles, 15 de junio de 2016

“Seguid hambrientos, seguid alocados”

Isolina Cueli
Estas cuatro palabras del título,“seguid hambrientos, seguid alocados” no son mías, las pronunció
Steve Jobs, el fundador de Apple (manzana en inglés), en la Universidad de Stanford (EE.UU), ante los estudiantes que se graduaban en el año 2005.
No les enviaba a la hambruna ni al manicomio, trataba de decirles que, para alcanzar éxito en la vida,
como le pasó a él, a pesar de que había fracasado varias veces, hay que tener muchas ganas de seguir
aprendiendo. Que los títulos universitarios hay que abonarlos y alimentarlos cada día. Y que, junto
a ese espíritu de superación, tiene que haber una pizca de locura para arriesgar, para explorar nuevos horizontes y para ser atrevidos y fijarse retos, aparentemente, inalcanzables.
Les recomiendo que busquen el discurso de este genio Steve Jobs, y lo lean. No tiene desperdicio.

Por motivos familiares, la semana pasada, tuve que dirigirme a los estudiantes que se graduaban en la
Facultad de Química de la Universidad de Oviedo y me apoyé en las palabras de Steve Jobs, para decirles que, en la nueva etapa que acometen, además de buenas personas, comprometidas con la sociedad y buenos profesionales, responsables en su trabajo, no se olvidasen del hambre de superación y no aparcasen la pizca de locura que se necesita en la vida para perseguir los
sueños y alcanzar los retos

Estos días me regalaron cinco mandamientos: sacrificio, responsabilidad, respeto, humildad y cariño.
Me los entregó, de forma simbólica y con el saludo, un artesano en cristal. Fue toda una sorpresa, nunca me había pasado algo así, pero creo que con esos cinco preceptos laicos se puede ir con la cabeza muy alta por la vida. Son la mitad de los que nos recomienda la Iglesia Católica, pero, si fuésemos capaces de aplicarlos, sería un gran punto de partida para la vida pública y la privada.

De todas formas, para terminar, voy a echar mano de un salmo muy emotivo que se escucha en todas
las iglesias y se titula “Al atardecer de la vida me examinarán del amor”, un compendio de la filosofía
del sabio Jobs y del catecismo del agudo artesano en cristal. Me atrevo apostillar que en ése último
momento no habrá ningún examinador, que será cada uno quien reflexione en conciencia sobre lo que
hizo por los demás y por sí mismo.
En el examen del atardecer de la vida, les deseo a todos y todas, que su nota les de para un sobresaliente cum laude.

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