¡Viva Panamá! es lo primero que se me ocurre decir cuando escucho las noticias de la ampliación de presupuesto que reclaman las empresas adjudicatarias de la nueva obra del canal de Panamá. No es casual que en el centro del enredo se encuentre una empresa española, acostumbrada a esos chanchullos durante muchos años. Aquí, los políticos hacen el papelón de organizar concursos y, generalmente, les DAN las obras a los presupuestos más bajos, como hicieron los panameños. La diferencia es que aquí, cuando vienen con el segundo presupuesto y los cuentos de los imprevistos, lo damos por bueno, hasta el punto que algunas obras duplican su valor. Pero, por lo que veo, en Panamá eso no cuela y le faltó tiempo a todo un presidente de Gobierno para decirles que se vayan con el cuento a otra parte.
Y estas empresas tramposas son las que citan en Moncloa todos los presidentes para que les asesoren en cómo salir de la crisis. Por las cuentas de esta gente se sale pronto: cobra el doble y ¡te forrarás!.
Yo me pregunto ¿qué economistas, qué ingenieros, qué expertos participaron en el presupuesto para comprometerse a hacer, por 2.300 millones de euros, una obra faraónica que une dos continentes y tiene más de setenta kilómetros de recorrido?.
Siempre echo mano de lo más cercano y pienso que, si para salvar un pequeño riachuelo, al final de la Ría de Villaviciosa, hicimos un túnel de menos de 500 metros de longitud y nos costó 7.000 millones de las antiguas pesetas, cómo se puede hacer un canal de esa envergadura, por 2.300 millones de euros. Y aquí también tacho de ingenuos a los políticos o a los adjudicatarios panameños. Creyeron que habían encontrado un chollo, pero no sabían que se las veían con los reyes de la picaresca.
No sé en qué parará el enredo. Veo que Panamá acaba de cederles más de cien millones de euros para que sigan trabajando.
Sí me gustaría que les sirva de escarmiento y, de paso, saque los colores a todos los políticos españoles que no son capaces de hacer un contrato bien cerrado en el que no quepan tomaduras de pelo ni ampliaciones a la carta. ¡No se olviden que están administrando el dinero de todos los ciudadanos, panameños, o españoles, igual me da!.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
1 comentario:
Estoy totalmente de acuerdo. Es un comentario que hace pensar en como nos estån tomando el pelo y como nos lo tomaron y si seguiremos dejando que nos lo tomen. Bravo Isolina nos haces pensar. Pero...¿Cómo actuar?
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