Pequeños detalles, como una señal de tráfico, sirven para ver hasta qué punto se puede manipular la realidad.
Me refiero a las señales informativas que se colocaron hace una año en la Autovía del Cantábrico (A-64) a la altura del concejo de Siero, en la conexión con la Autovía Minera (AS-I), que va de Gijón a Mieres y de ahí a León o Madrid, por poner dos ejemplos.
Si partimos de la base que los indicadores de la carretera sólo tienen utilidad para los foráneos, me pregunto de quien es el interés en omitir destinos de gran interés para los conductores que viajan hacia a la Meseta, procedentes de la zona oriental de Asturias, y que pueden atajar por esta carretera, sin necesidad de llegar a Oviedo.
Se repite, una y otra vez, Langreo como destino final, cuando la autopista roza el concejo por la zona noroeste y acaba en Mieres, donde enlaza con la Autovía de la Plata.
Sí llama la atención, que para informar del cambio de sentido, figure Santander como destino final.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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