Después de mucho años de ejercer el espíritu crítico, de hacer de abogada del diablo para buscar la verdad allá donde esté, ahora me pregunto para qué sirve, si los criticados, los corruptos, los ladrones, descubiertos in fraganti, y con las manos en la masa, no tienen la condena social y judicial que se merecen. Se van de rositas y, en casos de muchos políticos, acaban con el respaldo de las urnas. ¡Una vergüenza!, pero es lo que está pasando en España y en otros países. Parece que estamos vacunados para la resignación de levantarnos todos los días con un nuevo caso de corrupción, robo y malversación de dinero público. Hoy es noticia la familia de los Pujol, pero la lista es interminable.
Por eso me llamó la atención el artículo de Mario Vargas Llosa en el diario El País de ayer, domingo. El escritor peruano comenta en su artículo el libro Civilización: Occidente y el resto, de Niall Ferguson, en el que se analiza la evolución de la cultura Occidental en los últimos cinco siglos y su decadencia. Y lo que me llama la atención es que V. Llosa (un apellido muy asturiano) cree que la salvación de Occidente puede estar en su espíritu crítico. ¡Ojalá! sea así y el espíritu crítico nos sirva para algo.
Yo creo que los corruptos, los ladrones, los farsantes están más en aquella expresión: llámame gorrión y échame trigo, que es lo mismo, llámame ladrón y dame el dinero.
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