lunes, 5 de diciembre de 2011

Y el Gobierno de Europa, ¿cuándo se va a apretar el cinturón?

Las noticias de hoy nos sirven dos imágenes femeninas en primera línea de crisis. Por una parte, en Roma, la ministra italiana de Trabajo, Elsa Fornero, que rompe a llorar en el momento de anunciarles a sus conciudadanos los recortes presupuestarios que afectarán a su calidad de vida. Un poco más al Norte, en París, la canciller alemana Angela Merkel, pisa las alfombras con paso firme en busca de una salida a ésta encrucijada en la que nos encontramos.
Y ante tanto desastre y tanta desolación, yo me pregunto, ¿cuándo se va a apretar el cinturón el Gobierno de Europa?. Ya sé que no existe un gobierno en el sentido estricto de la palabra, pero sí tenemos una Comisión, que es lo más parecido. Ésa Comisión que ha sido implacable a la hora de aplicar políticas restrictivas (y no precisamente justas y equitativas), tanto en pesca, como en siderurgia, en carbón, en agricultura. Ésa Comisión que se gasta el dinero de los Estados a manos llenas  y que aún no emitió ningún propósito de enmienda, aunque no sea más que para dar ejemplo. Esa Comisión, que al igual que el Consejo o el Parlamento, se llenó de funcionarios, asesores, consultores y burócratas tan prescindibles, a buen seguro, como sus homólogos de los países miembros que se ven en apuros, con sueldos congelados y prebendas suspendidas.
Ya me gustaría escuchar del presidente de la Comisión, Durao Barroso, un mensaje de empatía con el entorno y un mea culpa, en el que se demuestre que ellos también se sienten Europa, y no una ínsula alrededor del Rond-Point Shuman, en medio de Bruselas.
Si los Estados están mal, y el dinero que mueve la Comisión procede de sus arcas, qué menos que salir al paso con una amplia lista de medidas contra el dispendio. Porque todo el que haya estado cerca de las instituciones comunitarias sabe que ahí se derrocha de lo lindo, pero nadie dice nada, porque a todos les va muy bien. Se sabe eso, lo mismo que sabíamos que los ayuntamientos malgastaban nuestros impuestos; que las comunidades autónomas eran unas manirrotas con su recaudación tributarias y que el Gobierno central no sabía ni contar, de lo contrario se habría dado cuenta hace tiempo, que la caja estaba vacía.
Que sean Merkel y Sarkozy los que lleven la voz cantante y marquen las pautas a seguir para salir del atolladero debía ser también un toque de atención para la Comisión y su futuro.
Ayer lo decía Delors, que el invento del euro no tenía buenos cimientos y por eso se tambalea ahora. Los burócratas se alimentan de burocracia, y si no la tienen, se la inventan y se lo pasan en grande. Y, mientras, a los demás nos meten en un círculo vicioso y en una espiral que, lejos de dejarnos salir, nos engulle cada día más.
Ahora sólo nos queda gritar: auxiiiiiiiiiiiiiiiiiilioooo

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