lunes, 26 de diciembre de 2011

Hidroeléctrica del Cantábrico para la China, ENSIDESA para la India

En los años ochenta, cuando trabajaba en Suiza en una fábrica de plásticos de la familia Lugon, Guillermina, la matriarca, natural de Valladolid, me recomendaba estudiar chino, en su opinión, el idioma del futuro. La verdad es que no le hice caso, pero reconozco que el futuro ya llegó y el chino nos va resultar más familiar de lo que podíamos esperar.
Para nosotros, occidentales espigados y blanquitos, los amarillos nos parecían demasiado pequeños, oscuros y lejanos. Pues ya están aquí -en Asturias y en todas partes- y entran por la puerta grande, sin complejos.
Primero fueron los empresarios Mittal, de la India, que ya son los dueños de nuestra ENSIDESA; ahora son los chinos, esos comunistas-capitalistas, que nos atraparon al financiar nuestra deuda y ahora nos hacen el favor de comprar nuestra principal eléctrica, sí la Hidroeléctrica del Cantábrico, esa empresa que parecía tan sólida y tan nuestra. Pues no, ya no es nuestra ni de lejos, por mucho que nos lo quieran maquillar y po rmucho que nos consideremos dueños de los ríos.
Cuando en los años ochenta nos enteramos que la empresa ALSA había puesto un autobús en China nos parecía que éramos los dueños de Asia y nos echamos a la bartola.
Todo esto me recuerda la fábula de la cigarra y la hormiga. Nosotros, cigarras que no pensamos más que en fiestas y vacaciones, sin mirar más allá de nuestro ombligo, nos pasamos los años dulces de la economía del bienestar derrochando hasta lo que no teníamos y empeñándonos hasta las cejas para comprar lo que no necesitábamos. Mientras, las hormigas chinas laboraban  día y noche y ahorraban. Y ahí están, a la chita callando, haciéndose dueños del mundo y desbancando, de manera silenciosa, al otro Imperio.
Tienen la mayor hidroeléctrica del mundo (Tres Gargantas), pero quieren más y acaban de entrar en el negocio de la energía de Europa por la puerta de atrás que es Portugal, imagino que con un objetivo más amplio y no me extrañaría nada que muy pronto su tendido eléctrico conecte Lisboa con Pekín.
Mis mejores recuerdos para Guillermina Lugon, una trabajadora infatigable, hecha a sí misma y pionera en el negocio del plástico en los tubos de ensayo de los hospitales, junto a su esposo e hijos. En los ochenta, cuando en España ni se conocían los actuales tubos de colores, ellos los fabricaban por millones, pero sus principales clientes eran los países árabes.

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