martes, 22 de febrero de 2011

Con 30 años de perspectiva

Me estreno la víspera de un 23-F y, como a casi todos los que tenemos unas décadas, me viene a la cabeza qué estaba haciendo en esos días fatídicos.
A la hora de las metralletas acababa de hacer un alto en la tarde de estudios y me encontraba, con Cristina Fernández y otras compañeras, en la cocina del piso compartido, tomando un cola-cao, mientras escuchábamos la radio. Iba a votar Manuel Núñez Encabo, profesor de la Facultad de Periodismo, cuando escuchamos la interrupción de Tejero y el pánico de los locutores. En ese momento empecé a gritar, ¡Ya está armada¡. Por supuesto, que no me refería al militar Armada que luego supimos que estaba implicado en el Golpe, sino que veía otra dictadura militar. ¡Afortunadamente, me equivoqué¡
Ni qué decir tiene que, inmediatamente, Cristina y yo nos fuimos a la Carrera de San Jerónimo, en las proximidades del Congreso de los Diputados. La gente que viajaba en el metro aún era ajena a lo que pasaba en la superficie. No pudimos pasar más allá de la línea de seguridad, pero, como buenas estudiantes de periodismo, teníamos que vivir ese momento con todos los riesgos.
Pero la realidad es tozuda, y yo, que estudiaba y trabajaba, al día siguiente, la mañana del 24, seguí la evolución a través de la radio mientras limpiaba una cocina llena de mugre.
Ya habían salido los periódicos y el panorama se iba despejando.
Eduardo García Matilla, nuestro profesor de Audiovisuales, nos encargó hacer una encuesta por las calles de Madrid. Ahí comprobamos que la gente no estaba por la labor de dar marcha atrás.

Mi admiración para los jóvenes que aún compatibilizan sus estudios con trabajos remunerados y para los que se toman el estudio como un trabajo.

Mi compasión para los jóvenes que se definen como Ni-Ni (ni estudian ni trabajan) y para sus padres que no supieron enseñarles el camino.


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