miércoles, 4 de enero de 2017

2017, año Diez

Isolina Cueli
Si sumamos todos los dígitos del año 2017 nos da Diez. Pues esos son mis deseos para este año que acabamos de estrenar: un sobresaliente en todo y para todas y todos. Ya sé que es difícil, pero por pedir que no quede. Por eso estos deseos, con la mejor nota posible, son extensivos a todo el mundo y a todas las personas de bien. Deseos de Salud y Paz interior y exterior. Con estos dos ingredientes y ganas de trabajar, los demás deseos vienen solos.
Brindo por aquellos que siempre ven la botella medio llena; los que llevan el sufrimiento con optimismo y resignación; los que son capaces de poner la otra mejilla; quienes tienen paciencia hasta para regalar; y brindo por todos los que son capaces de dar, sin esperar nada a cambio.
Como estamos en la era de la ecología, del cambio climático y en momentos críticos para nuestro planeta Tierra, mis mejores deseos para los que no derrochan el agua; no desperdician los alimentos, ya que mucha gente pasa hambre y necesidad; para los que saben caminar y prescindir del coche; para quienes consiguen apreciar un paisaje en la naturaleza; para los que son conscientes de que un árbol es un pulmón de nuestro pequeño universo, y si se corta uno, deberíamos reponer otro.
Y como la vida material y ecológica se queda coja sin la amistad y el amor, que conforman la parte sentimental: mis mejores deseos para los que saben apreciar la amistad; para los que van de frente, sin doblez, de acuerdo con la doctrina de San Agustín que decía que vale más un enemigo en frente, que un adulador al lado; para los que tienen la suerte de vivir el amor sin muchos sobresaltos; y mis mejores deseos de fuerza y coraje para las mujeres que se ven envueltas en una red de falso amor, que puede costarles la vida, y no son capaces de desenredarse.
Desear trabajo para todos suena muy raro, pero sí deseo que los jóvenes y menos jóvenes tengan valor para adelantarse al futuro e inventarse un trabajo, para crear su propio modus vivendi. Pero acto seguido tendría que pedir sentido común para los políticos -esos seres que, salvo raras excepciones, siempre vivieron del erario público y no saben lo que es trabajar por cuenta propia-. A ellos que se les llena la boca con recetas para encontrar trabajo, les sugeriría que intenten hacerse autónomos por una vez en su vida. En ese momento de empatía comprobarían en carne propia todas las zancadillas burocráticas que se les ponen a diario a miles de autónomos que sólo piensan en trabajar y en ganarse la vida dignamente.
Mis mejores deseos para el 2017 incluyen también a los de la mala leche; las malas intenciones; las envidias; las confabulaciones; los aduladores; los falsos y demás gentes que no puede soportar el bien ajeno. Espero que este año 2017, año Diez, les haga ver que también se puede vivir deseando suerte a los demás y alegrándose de ello.
A modo de conclusión, vuelvo a tomar palabras de San Agustín, para aconsejarles a todos y todas que este año se permitan hacer una locura.
¡Buen camino!


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