Isolina Cueli
Hay gente que niega el nazismo. Suelen
ser personas, de distintas ideologías, que no lo padecieron, incluso
ni existían en ésa época. A mí me entraron dudas cuando se lo
escuché a un señor que había nacido en el año 11 del siglo
pasado, y con una buena formación a sus espaldas. En el momento de
esa afirmación tenía más de noventa años y por eso no se lo tuve
en cuenta.
Cola en Venezuela para acceder a un supermercado. |
Formo parte de una Red Internacional de
Periodistas, en la que se supone reina la solidaridad y la empatía,
y a la que también pertenecía Marta Aguirre, periodista española
arraigada en Venezuela, pero hace unos meses comunicó, con amargura,
su retirada del grupo al comprobar el poco interés mostrado a la actualidad en su país de acogida.
Cada uno contamos la feria según
nos va, pero en periodismo la feria somos todos, y tendríamos que
saber qué les pasa a los que están mal y cómo viven los que están
bien, y quiénes son ambos. En el caso de Marta Aguirre, me contaba
en un correo privado los problemas que tienen con la falta de
alimentos y de medicinas. Osea, que pueden llegar a pasar mucha
necesidad. No sé si hambre. Me lo comentó en un mensaje interno, no
tendría porqué mentirme. Yo la creo. Lo peor es que puedo hacer muy
poco por ayudarla, salvo decir aquí, en estas cuatro líneas, que
en Venezuela hay millones de personas que lo están pasando
verdaderamente mal. Y algo de verdad debe haber cuando veo fotos e
imágenes de gente que para entrar en una tienda de alimentación
tiene que hacer colas interminables.
Es más, debe ser bastante cierto lo
que se cuenta cuando el propio presidente de Venezuela, Nicolás
Maduro, nombró a 18 generales del ejército como responsables del
abastecimiento a los consumidores de los 18 productos básicos, tanto
farmacéuticos, como de alimentación. ¿Qué haríamos aquí si nos
limitasen la cesta de la compra a 18 productos? Pues podemos ir
pensando en ello, por si acaso.
Por lo visto, en Venezuela los
alimentos acaban en manos de revendedores, que fijan unos precios
desorbitados y hay familias que no pueden comprarlos. En España, en
la postguerra, eso se llamaba estraperlo, y mucha gente se hizo rica
con el comercio fraudulento. Aún hay familias que comen hoy en
España con los réditos de lo que robaron sus antepasados en el
estraperlo.
No dudo de las noticias que leo y
escucho sobre Venezuela, pero me niego a creer lo que escribía Raúl
del Pozo la semana pasada. Decía que el presidente Maduro veía
Sálvame, un programa de televisión en España y, más fuerte
aún, que, a veces, le acompañaba en el visionado el ex presidente
José Luis Rodríguez Zapatero, quien, de paso, anda por allí
intentando arreglar el lío entre venezolanos. Cualquier día le
oiremos gritar: ¡salvadme!, que esto es mucho tomate para mí, me
voy a unir civilizaciones, que debe ser más fácil. No estaría de más que se ocupase de los asuntos domésticos e intentase poner de acuerdo a todos los reinos de taifas que hay en su partido.
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