miércoles, 21 de septiembre de 2016

¿Qué es verdad en Venezuela?

Isolina Cueli

Hay gente que niega el nazismo. Suelen ser personas, de distintas ideologías, que no lo padecieron, incluso ni existían en ésa época. A mí me entraron dudas cuando se lo escuché a un señor que había nacido en el año 11 del siglo pasado, y con una buena formación a sus espaldas. En el momento de esa afirmación tenía más de noventa años y por eso no se lo tuve en cuenta.
Cola en Venezuela para acceder a un supermercado.
Ahora me sorprende que haya gente que niegue o dude que sea cierto lo que nos cuentan que pasa en Venezuela. En primer lugar me duele que la voz de los periodistas esté tan devaluada que se pongan en duda los reportajes y las noticias del desastre que viven millones de personas; me escandaliza que se dude de la objetividad, la principal herramienta de un profesional del periodismo, y que todo se vea con los prismas de la política rancia.
Formo parte de una Red Internacional de Periodistas, en la que se supone reina la solidaridad y la empatía, y a la que también pertenecía Marta Aguirre, periodista española arraigada en Venezuela, pero hace unos meses comunicó, con amargura, su retirada del grupo al comprobar el poco interés mostrado a la actualidad en su país de acogida.
Cada uno contamos la feria según nos va, pero en periodismo la feria somos todos, y tendríamos que saber qué les pasa a los que están mal y cómo viven los que están bien, y quiénes son ambos. En el caso de Marta Aguirre, me contaba en un correo privado los problemas que tienen con la falta de alimentos y de medicinas. Osea, que pueden llegar a pasar mucha necesidad. No sé si hambre. Me lo comentó en un mensaje interno, no tendría porqué mentirme. Yo la creo. Lo peor es que puedo hacer muy poco por ayudarla, salvo decir aquí, en estas cuatro líneas, que en Venezuela hay millones de personas que lo están pasando verdaderamente mal. Y algo de verdad debe haber cuando veo fotos e imágenes de gente que para entrar en una tienda de alimentación tiene que hacer colas interminables.
Es más, debe ser bastante cierto lo que se cuenta cuando el propio presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, nombró a 18 generales del ejército como responsables del abastecimiento a los consumidores de los 18 productos básicos, tanto farmacéuticos, como de alimentación. ¿Qué haríamos aquí si nos limitasen la cesta de la compra a 18 productos? Pues podemos ir pensando en ello, por si acaso.
Por lo visto, en Venezuela los alimentos acaban en manos de revendedores, que fijan unos precios desorbitados y hay familias que no pueden comprarlos. En España, en la postguerra, eso se llamaba estraperlo, y mucha gente se hizo rica con el comercio fraudulento. Aún hay familias que comen hoy en España con los réditos de lo que robaron sus antepasados en el estraperlo.
No dudo de las noticias que leo y escucho sobre Venezuela, pero me niego a creer lo que escribía Raúl del Pozo la semana pasada. Decía que el presidente Maduro veía Sálvame, un programa de televisión en España y, más fuerte aún, que, a veces, le acompañaba en el visionado el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien, de paso, anda por allí intentando arreglar el lío entre venezolanos. Cualquier día le oiremos gritar: ¡salvadme!, que esto es mucho tomate para mí, me voy a unir civilizaciones, que debe ser más fácil. No estaría de más que se ocupase de los asuntos domésticos e intentase poner de acuerdo a todos los reinos de taifas que hay en su partido.


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