Isolina Cueli
La montaña de El Sueve tiene dos caras
bien delimitadas: la Norte, que mira al mar Cantábrico y las playas
de Colunga, Caravia, incluso Ribadesella y hasta la Ría de
Villaviciosa; y la Sur, más soleada, que se encara a los Picos de
Europa, con el valle de Parres a sus pies. Esta ladera del Sueve
orientada al mediodía también tiene su propia iluminación
nocturna, me refiero al brillo que le dan las tres estrellas Michelín
que lucen en la zona: dos de Nacho Manzano en Casa Marcial (La
Salgar) y una de José Antonio Campoviejo en El Corral del Indianu
(Arriondas).
Casa Marcial, en La Salgar (Parres). (I:C) |
Dijo Salvador Dalí en 1969 que "El
fin del arte es lograr que lo habitual tenga apariencia de nuevo".
Y eso es precisamente lo que hacen los
cocineros de la falda Sur de El Sueve. Nacho Manzano convirtió en
pitu de caleya el arroz con pollo, un plato de toda la
vida en Asturias, que se comía los días de fiesta, y, además, lo
sitúa como referencia internacional.
En su mesa te deja sin palabras lo que
puede dar de sí la sardina, el bacalao, la alcachofa o el perejil
licuado.
Arte es que te quedes con la boca
abierta cuando te sirven los dulces en un gachapu, el
artilugio de madera ahuecada, que conserva el agua y en el que los
segadores llevan la piedra para afilar la guadaña. Es lo de toda la
vida, pero parece nuevo. Aquí la piedra es de chocolate, sublime.
Por la derecha, Manzano, Ron, Campoviejo y De Diego. |
Ellos y su esfuerzo emprendedor son el valor
añadido que necesitan Asturias y España. Gente con tesón, con
imaginación y con ganas de trabajar y contagiar su entusiasmo a los
demás. Las envidias que puedan suscitar, las dejamos aparte.
Yo les reconozco también el mérito de
conseguir que clientes de todo el mundo se gasten el dinero sin
reparos y crucen océanos para probar sus menús, su carta y, en
definitiva, sus creaciones y su trabajo.
En la última semana tuve ocasión de
degustar la cocina de Nacho Manzano en Casa Marcial (La
Salgar) y en Ibérica Victoria, una de las cinco que hay en
Londres, estilo Casa Gloria (Oviedo). Dos conceptos muy
distintos. El primero más selecto y el segundo, con muchísimo
éxito, más popular y a precios más competitivos, hasta el punto
que llenan todos los días en una plaza tan difícil como es la
capital británica.
A Nacho también le reconozco el mérito
de que se arriesgue a servir un menú de muchos euros en una mesa sin
mantel y los comensales lo acaten como decisión original del chef.
Cuando comía el arroz con pollo de mi madre el día de fiesta, no
faltaba el mantel, que siempre me pareció un lujo frente a una mesa
desnuda, por muy buena madera que tenga.
Aprovecho para destacar el gasto que
hacen en lavandería en otros sitios más modestos, como La Venta de
Valloberu (Villaviciosa), donde te sientas a una mesa con mantel de
hilo y servilletas a juego para comer un menú de 12,5 euros, con
bebida incluída.
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