miércoles, 17 de agosto de 2016

Solidaridad a través de la música

Isolina Cueli

Cualquier pretexto es bueno para practicar la solidaridad, pero si además se apoya en la música es más llevadero. El jueves asistí en la Casina de la Oliva (Villaviciosa) a un concierto benéfico del cuarteto Arpeggio, organizado por la Fundación Cardín en favor de la Asociación Raitana, centrada en el apoyo a personas con discapacidad, según se puede leer en su folleto de presentación.
La Asociación toma el nombre, y puede que su filosofía de trabajo, de un pájaro diminuto, muy común y muy querido en el medio rural: el raitán o petirrojo, con plumaje rojo-anaranjado en el pecho y parte de la cara. Podríamos decir que es un pájaro de compañía, muy cercano, con un cántico-silbo melódico inconfundible.
No conocía la sede de Raitana, Asociación sin ánimo de lucro, ni había asistido a otros actos organizados por este colectivo con el objetivo de recaudar fondos para su causa, que no es otra que la de ayudar a que las personas con discapacidad se integren en la sociedad y, de paso, apoyar a sus familias para que no cejen en el intento.
El cuarteto Arpeggio en el concierto benéfico en favor de Raitana (I:C)
En el concierto benéfico del jueves había bastante gente, pero podíamos haber sido muchos más. Reconozco que nos faltan esos cinco minutos para pensar que los discapacitados podíamos ser cualquiera de nosotros que nos consideramos normales.
Desde el primer día de nuestra vida, hasta el último, nunca estaremos libres de formar parte del grupo de los que se suelen enviar al furgón de cola, ya sea por causas físicas o psíquicas, por enfermedad o desgaste vital. Y me parece muy bien el objetivo de Raitana para rescatar de la marginación social a sus miembros.
Conozco a varias personas de las normales que este verano están aprendiendo a andar, a recordar, a hablar y a comer, después de que un infarto cerebral las dejara en la cuneta. Afortunadamente, gracias a la medicina, a las familias y al tesón personal, se están incorporando al pelotón.
El cuarteto Arpeggio, integrado por Cecilia Aivar (violín), Iria Rodríguez (violín), Adrián Arechavala (viola) y Laura Algueró (violoncello) interpretó música de películas y series como La vida es bella o Juego de tronos y melodías de varias canciones. En la propina nos ofrecieron la banda sonora de Mi gran noche. Casi todo el público cantó y tarareó aquello de: hoy para mí es un día especial, hoy saldré por la noche!
No deberíamos olvidarnos de intentar que todos los días sean especiales y saborearlos como si fuese el último.
Tenemos una vida tan fugaz y efímera como las perseidas o lágrimas de San Lorenzo que se pudieron contemplar a finales de semana en noches despejadas.
Nos lo dice Machado (1875-1939) en sus Proverbios y cantares: Caminante, son tus huellas/ el camino, y nada más;/ caminante, no hay camino/ se hace camino al andar.
Y lo corrobora el brasileño Mario Andrade (1893-1945) en su poema Mi alma tiene prisa cuando viene a decir que se acaba de dar cuenta que le queda menos vida que la ya vivida por eso escribe: "quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas/ gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma".


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