Isolina Cueli
Cualquier pretexto es bueno para
practicar la solidaridad, pero si además se apoya en la música es
más llevadero. El jueves asistí en la Casina de la Oliva
(Villaviciosa) a un concierto benéfico del cuarteto Arpeggio,
organizado por la Fundación Cardín en favor de la Asociación
Raitana, centrada en el apoyo a personas con discapacidad, según
se puede leer en su folleto de presentación.
La Asociación toma el nombre, y puede
que su filosofía de trabajo, de un pájaro diminuto, muy común y
muy querido en el medio rural: el raitán o petirrojo, con plumaje
rojo-anaranjado en el pecho y parte de la cara. Podríamos decir que
es un pájaro de compañía, muy cercano, con un cántico-silbo
melódico inconfundible.
No conocía la sede de Raitana,
Asociación sin ánimo de lucro, ni había asistido a otros actos
organizados por este colectivo con el objetivo de recaudar fondos
para su causa, que no es otra que la de ayudar a que las personas con
discapacidad se integren en la sociedad y, de paso, apoyar a sus
familias para que no cejen en el intento.
El cuarteto Arpeggio en el concierto benéfico en favor de Raitana (I:C) |
En el concierto benéfico del jueves
había bastante gente, pero podíamos haber sido muchos más.
Reconozco que nos faltan esos cinco minutos para pensar que los
discapacitados podíamos ser cualquiera de nosotros que nos
consideramos normales.
Desde el primer día de nuestra vida,
hasta el último, nunca estaremos libres de formar parte del grupo de
los que se suelen enviar al furgón de cola, ya sea por causas
físicas o psíquicas, por enfermedad o desgaste vital. Y me parece
muy bien el objetivo de Raitana para rescatar de la
marginación social a sus miembros.
Conozco a varias personas de las
normales que este verano están aprendiendo a andar, a recordar,
a hablar y a comer, después de que un infarto cerebral las dejara en
la cuneta. Afortunadamente, gracias a la medicina, a las familias y
al tesón personal, se están incorporando al pelotón.
El cuarteto Arpeggio, integrado
por Cecilia Aivar (violín), Iria Rodríguez (violín), Adrián
Arechavala (viola) y Laura Algueró (violoncello) interpretó música
de películas y series como La vida es bella o Juego de
tronos y melodías de varias canciones. En la propina nos
ofrecieron la banda sonora de Mi gran noche. Casi todo el
público cantó y tarareó aquello de: hoy para mí es un día
especial, hoy saldré por la noche!
No deberíamos olvidarnos de intentar
que todos los días sean especiales y saborearlos como si fuese el
último.
Tenemos una vida tan fugaz y efímera
como las perseidas o lágrimas de San Lorenzo que se pudieron
contemplar a finales de semana en noches despejadas.
Nos lo dice Machado (1875-1939) en sus
Proverbios y cantares: Caminante, son tus huellas/ el camino, y
nada más;/ caminante, no hay camino/ se hace camino al andar.
Y lo corrobora el
brasileño Mario Andrade (1893-1945) en su poema Mi alma tiene
prisa cuando viene a decir que se acaba de dar cuenta que le
queda menos vida que la ya vivida por eso escribe: "quiero
rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas/ gente a
quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques
suaves en el alma".
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