miércoles, 24 de agosto de 2016

El Fitu de Judith Obaya y Juan Llames

Isolina Cueli

Espíritu de superación, eso es lo que les sobra a Judith Obaya (Villaviciosa, 1965), conocida por sus aventuras en moto por Europa, Asia y Norte de África y a Juan Llames (Villaviciosa, 1987) atleta invidente que ya tiene en sus piernas 296 carreras populares y de montaña, entre otras muchas iniciativas.
El miércoles pasado iniciaron su proyecto de ascensión a todos los puertos asturianos que hacen frontera y a otras cuatro subidas emblemáticas para los moteros, como es el caso de El Fitu, con la que se estrenaron, El Angliru, Los Lagos de Covadonga y Casielles, en Amieva, que para los de las motos es como el Stelvio italiano en versión asturiana.
Judith Obaya y Juan Llames. (I.C)
En la misma carretera en la que el ciclista Miguel Induráin se bajó de la bicicleta por su dureza y porque le entró una pájara histórica, Judith y Juan, unidos por una pequeña cuerda, arrancaron de la base de El Fitu (Colunga), a la altura de Casa Pancho, cerca del ramal que comunica con Caravia. No se trataba de competir, ni de hacer marcas, querían participar y alcanzar retos, superarse, disfrutar de la naturaleza y del aire puro que aún nos brinda El Sueve, el puerto que acoge la subida de El Fitu.
Hacía años que sabía del espíritu aventurero de Judith Obaya, pero no la conocí hasta esta semana. Recuperada de un accidente de moto, por exquivar un zorro, en tierras extremeñas, ya prepara su próximo objetivo por el Norte de Europa para el invierno del 2017. Pasarán del calor al frío extremo con 50 grados bajo cero.
La mayor parte de la gente, cuando hace una ofrenda suele estar relacionada con temas religiosos. Ir a Covadonga; subir las escaleras de la Cueva de rodillas; hacer el camino de Santiago, peregrinar a Lourdes etc. Pero Judith no se para en barras y lo que prometió, si se recuperaba de las heridas de su accidente, fue subir todos los puertos asturianos que hacen frontera, casi una docena de ascensiones.
Hoy, miércoles, su previsión es subir a Casielles, en Amieva, que tiene una carretera en zig-zag de unos tres kilómetros, muy apreciada por los que viajan sobre dos ruedas. En este caso, la recorrerán a pie y de ahí seguirán para el puerto de El Pontón, hasta llegar a la frontera leonesa.
Judith no recuerda de donde le viene la vena aventurera. Se propone hacer lo que nadie hizo antes, y, de momento lo consigue. El problema es la financiación. La moto es una afición cara y se necesitan patrocinadores que crean en la idea y compartan el espíritu de riesgo y de superación del equipo de Judith. Son deportistas que se lo toman en serio y se merecen que les crean y les apoyen. Es el premio a la excelencia, a la originalidad, al esfuerzo y al trabajo bien hecho.
En realidad, escribo sobre Judiht, pero me gustaría ser Judith, tener el valor para emprender una aventura tan dura y difícil. Es muy grato saber que, en su caso, después de meses de trabajo, se quedan muy pocos cabos sueltos y se dejan pocas cosas a la improvisación. Cada metro de camino está escudriñado y, al menos, sobre el mapa, es terreno conocido.
Aunque el mundo de la moto es difícil, Judith, Policía Local en Oviedo, nos demuestra estos días que sus vértebras están recuperadas y su corazón y su generosidad se agrandan subiendo los puertos agarrada a una pequeña cuerda, al lado de Juan Llames.

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