miércoles, 13 de julio de 2016

El burro lector de Pilar Albarracín

Isolina Cueli

Asnería 2010, en el CAC de Málaga. (Isolina Cueli)
Me encanta escribir sobre burros y aprovecho el mínimo pretexto para hacerlo. En esta ocasión quería compartir la sorpresa que me llevé hace dos semanas en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga al encontrarme con Asnería, una instalación de Pilar Albarracín (Sevilla, 1968) en la que nos presenta un burro lector. Es un macho adulto, disecado, sentado sobre sus patas traseras, encima de una pila de libros y revistas. Con sus patas delanteras en alto, sujeta un tomo de gran tamaño, encuadernado en rojo.

Si desde estas líneas me propongo dar voz a los sin voz, en esta ocasión tendría que emitir un doble rebuzno para convertir en audible e inteligible el mensaje del burro, animal al que tanto denigramos los humanos, y que, desde su atalaya de papel, nos cuenta lo feliz que se encuentra en un museo y, además, rodeado de libros que ¡hasta podría leer! Sí, imagino que se refiere con mucha ironía a todos esos miles de libros que se escriben y editan cada año y que no leemos los humanos, cada vez más aferrados a la tiranía de los 140 caracteres.



Asnería de Pilar Albarracín está inspirada en los Caprichos del pintor Francisco de Goya, que también utilizó a los burros en algunos de sus 80 grabados, para hacer una crítica a las clases nobles de su tiempo. El Capricho titulado Tú que no puedes, con la imagen de dos campesinos cargando sendos burros a hombros está de rabiosa actualidad. La ironía utilizada por Goya a finales del siglo XVIII expresaba de forma gráfica cómo los más pobres tenían que soportar el peso de la sociedad. -El título es parte de refrán: Tú que no puedes, llévame a cuestas-. Hoy, esos trabajadores que llevan el peso de los impuestos en España los representan las clases medias, las que no tienen escapatoria ante Hacienda, las que no saben cómo se llega a Panamá o Suiza para evadir al fisco.

No sé de dónde me viene la admiración por este animal solípedo, pero imagino que desde joven me dio pena de las sufridas burras de carga y tiro que teníamos en Priesca, para las que siempre había faena, incluso en la era del tractor. Me parecía admirable su nobleza, su paciencia, su capacidad de trabajo, su inteligencia y su higiene: un burro, si tiene espacio, nunca se acostará sobre sus excrementos. Hace dos años me regalaban una cría de burra, pero no la acepté porque no tenía tiempo para cuidarla como se merecía. No pierdo la esperanza de poder hacerlo algún día.

En el museo de Málaga, en una sala colindante al animal disecado, se puede ver un vídeo- performance titulado, Padre Padrone (2010), de la misma autora, e inspirado en la película de los hermanos Taviani, en el que se recoge el testimonio del dueño de un burro que explica su brutal forma de reducir y someter al animal.
Esta burra vive como una reina, con pasto abundante. 

El premio Nobel de Liberatura 2003, Maxwell Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940), habló recientemente en Madrid sobre la cruel relación de los hombres con los animales y se pregunta ¿quien dice que el desarrollo de la conciencia en el homo sapiens sea la culminación de la evolución, según entendía Darwin? También elogió a Juan Ramón Jiménez (1881-1958), nuestro Nobel de Literatura 1956, por su obra Platero y Yo, otro burro con ironía fina.

En España, en la actualidad, los asnos están en peligro de extinción por falta de trabajo en el campo. Los que quedan, viven como reyes, y se pueden ver paciendo en los prados, sin más ocupación, gracias al esfuerzo de románticos y admiradores de la especie.
En sitios como Collado (Siero) se les utiliza para divertimento en la simulación de carreras. No sé si a los burros les hace gracia, pero por lo menos no los maltratan y, de paso, se les desgastan las pezuñas.


Dibujo de Joaquín Rubio Camín.

A la fuerza, ¡no!

Acabo de acordarme de éste dibujo de Joaquín Rubio Camín. Fue su felicitación del año nuevo 2003 y aprovecho la ocasión, una vez más, para recordarlo y enviarle mi pequeño homenaje de admiración, expresado muchas veces en vida, tanto a él como a su esposa Carmen.
 Se me olvidaba decir que los burros también tienen carácter y, cuando dicen no, ¡es no!, como vemos en el boceto de Camín.
Otro día me buscaré un pretexto para escribir sobre El asno de oro de Lucio Apuleyo, llevado al teatro por Rafael Álvarez el Brujo.


No hay comentarios: