viernes, 5 de diciembre de 2014

La puntilla al medio rural

Los políticos asturianos están preocupados estos días por el medio rural, por los pueblos abandonados y por los matorrales que nos invaden. Creo que las preocupaciones les vienen porque hay algo de dinero en juego. Lo envía la Unión Europea, cómplice también del éxodo del medio rural, al menos en España.
Entre todos los mataron y ellos solos se murieron. Me refiero a los cientos de pueblos que están deshabitados o les quedan unos pocos habitantes que se resisten a morir fuera de sus casas.
En los últimos treinta años desaparecieron en Asturias miles de caserías. En realidad, las hicieron desaparecer las diferentes políticas agrarias que exprimieron la paciencia y los recursos de los agricultores y ganaderos que sólo querían vivir de su trabajo y de sus tierras, bien sean propias o arrendadas.
Empezaron poniéndole puertas al campo con las cuotas de producción de leche. Siguieron con unas exigencias para las explotaciones que obligaron a los campesinos a endeudarse hasta las cejas y luego los volvieron a dejar tirados, liberalizando el mercado. Un carrusel de locos que desmoralizó a la gente del campo, especialmente a los jóvenes, que desertaron y se buscaron la vida. Mientras, España compra a Francia unas 300.000 toneladas de leche fresca.
El resultado, salvo honrosas excepciones, son los matorrales que campan a sus anchas por todas partes y cuatro vacas pastando por los prados.
Antigua Casa del Agricultor de Luces (Colunga).
Después vienen los románticos, que creen que vivir del campo es sentarse a mirar como crecen las malas hierbas y se llevan unos sustos muy grandes. El campo es una forma de vida y hay que mamarla. Pocos son los que llegan de la ciudad y se quedan. El campo es frío, es calor, es trabajo duro y rudo. Es tan repetitivo como el de oficina, porque las cosechas y las recolecciones se suceden periódicamente cada año, con la diferencia que al aire libre siempre estás a expensas del tiempo, y eso también hay que saber llevarlo con paciencia.
hace mese leí un proyecto del Gobierno de Asturias para el medio rural. Se trataba de combinar lo agrícola-ganadero y forestal. !Me parto de risa¡ Es como si descubriesen América. Por si no se habían enterado, eso es lo que se hizo en Asturias desde hace años. En mi casa lo vi siempre. Los campesinos no necesitan que les vengan a sacar las castañas del fuego los políticos. Lo que necesitan es que les dejen en paz.
Con unos políticos tan intervencionistas, que sólo les falta darnos permiso para ir al baño, es difícil hacerse un plan de trabajo serio. Sé de más de un productor de leche que tuvo que ir a otros sectores para pagar las deudas de sus inversiones.
Cuando los agricultores eran alguien en Asturias, tenían hasta su centro social. El otro día aún me encontré con el edificio que existía en Luces (Colunga). Ahora es la desolación.
En un documento de la Unión Europea, que conservo desde los años ochenta, dice con claridad que: La reforma de la Política Agrícola Común (PAC) no puede hacer abstracción del peso que representan los agricultores y sus familias en la economía y la sociedad rural.  El documento seguía en lo siguientes términos: toda reforma agrícola en la Comunidad se hará progresivamente, evitando rupturas económicas y sociales graves, que pongan en peligro el equilibrio de la sociedad rural y conduzcan al fracaso de la reforma.
Pues esas buenas intenciones se cayeron en saco roto, al menos en Asturias. Eso sí, tanto en Bruselas, como en Madrid, o en Oviedo, siguen haciendo leyes, muchas leyes, !como si les vaques comiesen papeles¡.




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