viernes, 12 de diciembre de 2014

Cien años con Platero

El escritor asturiano Leopoldo Alas "Clarín" le dedicó un libro a una vaca y la llamó Cordera. Juan Ramón Jiménez escribió Platero y Yo, título que da nombre al burro en el que se apoyó para contarnos la crónica rural y social de su Moguer (Huelva) natal.
La publicación Platero y Yo se hizo universal, como su autor, Nobel de Literatura en 1956,  hasta el punto que Google le dedica hoy su recreación, coincidiendo con el primer centenario de su edición.
Siempre tuve simpatía por los burros, que son mucho más listos, más trabajadores y más buenos, que aquellos humanos que les denigran, hasta el punto que la palabra burro se convirtió en un insulto.
Hace cien años, los burros formaban parte del paisaje rural y contribuían con su esfuerzo en las labores del campo, tanto de tiro, como de acarreo. Con la llegada de los tractores, los burros quedaron relegados a un segundo plano y hoy casi están en peligro de extinción.
Creo que Juan Ramón ya lo veía venir y, en el fondo, Platero y Yo es una elegía en la que se grita a los cuatro vientos la desaparición del medio rural en el que tenían cabida los burros.
Y aunque nos parece un libro infantil, Platero tiene una carga muy importante de compromiso con la sociedad en la que vivía.
Juan Ramón ya critica la contaminación de la Minas de Riotinto. En el capítulo XCV, titulado El Río, dice: "Mira, Platero, como han puesto el río entre las minas, el mal corazón y el padrastreo. (...) El cobre de Riotinto lo ha envenenado todo. Y menos mal, Platero, que con el asco de los ricos comen los pobres la pesca miserable de hoy...."
(Mi recuerdo para Zenobia Camprubí, esposa de Juan Ramón y tan buena escritora como él, pero que no tuvo la misma suerte).
También tenía Juan Ramón mensajes para los académicos que hacían diccionarios en cuyas definiciones el burro no salía muy bien parado. A continuación reproduzco el capítulo LV titulado:

ASNOGRAFÍA
Leo en un Diccionario: ASNOGRAFÍA, s.f.: Se dice, irónicamente, por descripción del asno.
¿Pobre asno! ¡Tan bueno, tan noble, tan agudo como eres! Irónicamente... ¡Por qué? ¿Ni una descripción seria mereces, tú, cuya descripción cierta sería un cuento de primavera? ¡Si al hombre que es bueno debieran decirle asno! ¡Si al asno que es malo debieran decirle hombre! Irónicamente... De´ti, tan intelectual, amigo del viejo y del niño, del arroyo y de  la mariposa, del sol y del perro, de la flor y de la luna, paciente y reflexivo, melancólico y amable, marco Aurelio de los prados...
Platero, que sin duda comprende, me mira fijamente con sus ojazos lucientes, de una blanda  dureza, en los que el sol brilla, pequeñito y chispeante, en un breve y convexo firmamento verdinegro. ¡Ay! ¡Si su peluda cabezota idílica supiera que yo le hago justicia, que yo soy mejor que esos hombres que escriben Diccionarios, casi tan bueno como él!.
Y he puesto al margen del libro.: ASNOGRAFÍA, sentido figurado: Se debe decir, con ironía, ¡claro está!, por descripción del hombre imbécil que escribe Diccionarios.
LV. ASNOGRAFÍA. Platero y Yo. Edición 1958.

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